El aura irresistible de la danza clásica
Crítica de Cine
DANZA EN CUERPO Y ALMA
Festival Internacional de Danza de Itálica. Lucía Lacarra, directora artística. Bailarinas: Lucía Lacarra, Ashley Bouder y Filipa de Castro. Bailarines: Joaquin De Luz, Marion Dino, Erick Murzagaliyev y Carlos Pinillos. Pianista: Petr Chukhnov. Lugar: Teatro Romano de Itálica. Fecha: 3 y 4 de julio. Aforo: Tres cuartos.
En un festival ecléctico como el de Itálica no podía faltar la danza clásica, una elevada disciplina que, cuando es de primer nivel, como la que nos trajo Lucía Lacarra, no pudo dejar de enamorar a un público que aplaudió con fervor cada una de sus manifestaciones.
Lacarra, al igual que dos de sus compañeros, Joaquín de Luz y el portugués Carlos Pinillos, fueron alumnos de la escuela y luego miembros de la compañía de Víctor Ullate, donde adquirieron una magnífica técnica y crecieron profesionalmente hasta dar el salto a las más importantes compañías del mundo. Lo mismo que sucedió con Tamara Rojo, Igor Yebra, María Giménez y tantos otros, ya que España sigue siendo un auténtico desierto -con algunos oasis que sobreviven a duras penas, como los de Ullate o Carmen Roche- en cuanto a danza clásica se refiere.
Es justo, pues, que estos intérpretes, junto a sus partenaires actuales, hayan querido homenajear a su primer maestro con un programa que alterna piezas emblemáticas de sus repertorios con coreografías de Ullate, como Sola. En esta hermosa pieza, con música de Arvo Pärt, Lacarra pudo desarrollar sus cualidades más dramáticas, si bien fue en los Tres preludios de Stevenson (con música de Rajmáninov tocada en vivo), siempre junto a Marlon Dino, compañero del Ballet de la Ópera de Munich del que es bailarina estrella, donde brilló con luz propia. Su increíble técnica, que aligera su ya leve peso para llevarla casi a la ingravidez y su gran expresividad, viva pero contenida, unidas a su sutileza y a un vuelo lírico poco usual hicieron que resultara imposible resistirse a su encanto.
También bailaron maravillosamente el madrileño Joaquín de Luz y su compañera del New York City Ballet, Ashley Bouder, sobre todo en Other Dances (pieza de Jerome Robbins con música de Chopin), tanto juntos, con una enorme complicidad, como en sus variaciones individuales. Dinamismo, equilibrio, capacidad para acelerar y ralentizar el tiempo en cada acorde y una expresividad poco común son algunas de las características de esta pareja que, en la segunda parte bailó De Triana a Sevilla, una pieza más libre, con música flamenca de Manolo Sanlúcar, que Ullate estrenó en este mismo Festival, en el anfiteatro, en 1992, con el título de Paso a Dos (con Igor Yebra y María Giménez) y volvió a presentar, ya con su título actual, en el Teatro de la Maestranza, en el Festival de 1994. Por su parte, el portugués Carlos Pinillos y Filipa de Castro (hoy en el Ballet Nacional de Portugal) demostraron también sus enormes cualidades en la hermosa y delicada Fratres (Ullate/Arvo Pärt), así como en Movimiento lento para cuarteto de cuerdas, una pieza mucho más dramática firmada por Wellemkamp con música de Webern.
El broche final lo pondría Lacarra con una pieza más contemporánea y de estructura muy compleja, creada en 2003 por Russell Maliphant y en el que la guipuzcoana y los estupendos Marlon Dino y Erik Murzagaliyev) exhibieron con admirable maestría registros diferentes de su arte.
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