De lo bueno, lo mejor
El jerezano Manuel Garrido accede al ballet de la Scala de Milán, donde sueña con llegar a ser el bailarín principal
Jerez/Hace seis años el jerezano Manuel Garrido hablaba de metas. Las tenía muy claras: ser el bailarín principal de una gran compañía. Hoy, a sus 21 año, el objetivo se mantiene y cada vez está más cerca. Quiere ser, de lo bueno, lo mejor. Ya entonces superó las pruebas de la prestigiosa Royal Ballet School de Londres, que finalmente tuvo que rechazar ya que por motivos profesionales toda su familia debió empezar una nueva vida en Quito. "Han pasado tantas cosas hasta hoy que no me imaginaba que iban a suceder. He viajado tanto...". Tras estar un año en Ecuador, entró durante un curso en The School of American Ballet (Nueva York), desde la que se trasladó a la Canada's National Ballet School en Toronto, donde concluyó el Bachillerato y Ballet.
Tras la graduación, el siguiente destino fue el Vaganova Ballet Academy de San Petersburgo, durante un año. La escuela más antigua de Rusia, con un método clásico muy estricto, donde escogen a los estudiantes primero por el físico y luego por el talento. "Todo el mundo sueña con entrar ahí. Allí viví millones de cosas, buenas y malas, pero hay que adaptarse a las situaciones y seguir adelante con las cosas malas que te ocurran y convertirlas en algo positivo", afirma el jerezano. Una estancia de la que aprendió mucho del método, así como de los profesores. Hizo espectáculos con la escuela, uno de ellos en el Museo del Ermitage.
Después empezó a trabajar en una compañía de Praga, que no le motivaba demasiado "porque yo siempre busco más, lo mejor, superar mis retos, así que lo tomé como un tránsito. Mi objetivo es estar en una compañía grande, aunque lo más importante es que te inspire y te motive para bailar. No estar por el nombre, su director o el dinero. Decidí escoger entre varios destinos para audicionar, ya que económicamente no puedes ir a todos. Hice la del Royal Ballet, la del Staatsballett de Berlín y la de la Scala de Milán", donde entró finalmente.
A las dos semanas de llegar viajó con Giselle a China y luego a París con El lago de los cisnes. "Cuando me vi en la lista de elegidos, no me lo podía creer. Éramos 10 los escogidos de unos 70 aspirantes y yo era el único internacional, español, andaluz y jerezano. Llevo en la compañía desde agosto, como adjunto, que es como se entra al principio. Aquí estoy más motivado, hay mucho nivel y saco de mí lo máximo para ser mejor bailarín. No me quiero ir de aquí. Ahora debo avanzar hasta llegar a ser principal. Le veo mucho futuro porque es una compañía poderosa y me gusta mucho el repertorio. Me he enamorado de la compañía y del teatro en general".
Manuel Garrido, el tercero de cuatro hermanos, comenzó las clases de ballet en la jerezana Escuela de Música y Danza Belén Fernández a los 11 años, aunque ya a los 8 se aficionó a la gimnasia rítmica: "Fue mi principio, la base, donde descubrí el mundo de la danza, el amor el trabajo, la motivación, el porqué de las cosas". A lo largo de 2017, Manuel quiere publicar un libro del que ya ha escrito dos capítulos y en el que contará todas estas vivencias.
El bailarín habla también de España, de la danza, de la cultura... "El problema es que la gente aquí no va al teatro. Fuera se valora el arte mucho más. Aquí hay mucho talento pero no se aprecia. Yo, por ahora, prefiero seguir bailando en el extranjero". El jerezano trata el futuro con cierta incertidumbre aunque recalca que "la danza no lo es todo, también está lo personal. Pensaría en ser coreógrafo, o en dirigir una compañía. No sé, por ahora mi objetivo es ser principal, y si no lo consigo, estaría contento si finalmente he sido feliz en la vida".
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