Flamenco

Carmen Linares: “Los músicos, como los poetas, sanamos las almas”

  • La cantaora es nombrada doctora 'honoris causa' por la Universidad de Sevilla, distinción que extiende a "todos los flamencos"

Carmen Linares canta al final del discurso de investidura Doctor Honoris Causa por la universidad de Sevilla / Antonio Pizarro

La cantaora Carmen Linares defendió este miércoles que su nombramiento como doctora honoris causa por la Universidad de Sevilla reconoce también "a todos los artistas que han venido antes que yo, y que con su compromiso y buen hacer han contribuido a que el flamenco haya entrado en la Universidad". Pioneros como Enrique Morente, uno de los nombres a los que aludió, y de quien oyó la primera versión flamenca de un poeta, concretamente unos versos de Miguel Hernández. "Otros cantantes habían hecho adaptaciones, claro, pero un cantaor no. Y al escuchar aquello se me abrieron muchos balcones. Por cosas así es inevitable que hoy me acuerde de mucha gente", señaló.

En su discurso de investidura, la veterana recordó otros momentos en que figuras del cante fueron homenajeadas por la misma institución, como la Semana Universitaria del Flamenco de 1963, en la que sentaron a Pastora Pavón, Niña de los Peines, junto al rector en la presidencia de un acto, un detalle que Antonio Mairena celebraría con emoción; o la conferencia ilustrada que en 1972 ofreció Pepe Marchena en la sevillana Facultad de Medicina.

En un encuentro previo con los periodistas, Linares afirmó que los músicos, "como los pintores o los poetas, somos doctores del alma, sanamos y curamos", una facultad que ella continúa viviendo con entusiasmo. "Yo sigo teniendo mucha ilusión, y el día que no la tenga me iré despacito, sin hacer ruido. Las ganas de hacer cosas, de meterme en berenjenales, están ahí todavía", confesó la jiennense, decidida a disfrutar de las oportunidades que le depara la vida. "Cuando eres joven estás más preocupada por tu carrera, pero con la edad aprendes a relajarte. Igual te preguntan: ¿Pero vas a sacar un disco con la crisis? Y sí, me apetece, y puede que ese trabajo, incluso, me ayude a olvidar que hay una crisis".

“Yo sigo teniendo la misma ilusión, y cuando no la tenga me iré sin hacer ruido”, comenta

De su discografía, Linares mostró su preferencia por su colaboración en Locura de brisa y trino, de Manolo Sanlúcar, por la revisión que hizo junto a Juan Carlos Romero del legado de Juan Ramón Jiménez (Raíces y alas) y por su alianza con Gerardo Núñez en Un ramito de locura. Pero en su memoria ocupa un hueco privilegiado uno de sus títulos emblemáticos, su Antología (La mujer en el cante), un proyecto que la catedrática de Antropología Cristina Cruces, encargada de la laudatio, calificó como "revelación jonda" y una obra que supuso un antes y un después en el estudio de la aportación femenina al universo flamenco.

"Yo no era consciente de la reivindicación que estaba haciendo", admitió, con la humildad que la caracteriza, "pero mucha gente se dio cuenta de la importancia de las mujeres en este ámbito gracias a ese disco". Linares no percibía discriminación "más allá de que en el cartel de un festival hubiese diez cantaores y dos cantaoras. Yo nunca me he sentido vetada, a mí me han respetado", rememoró, antes de agradecer la "suerte" de haber tenido un padre "que tocaba la guitarra como aficionado y al que acompañaba a ver a Juan Varea o El Gallina. Mi padre me apoyó en un tiempo en el que ser cantaora no estaba bien visto, se asociaba a la noche y a muchos peligros. Hoy la historia ha cambiado: es raro que no dejen a una mujer se dedique al cante, y si no se lo permiten ella coge la puerta", analiza la premiada, junto a María Pagés, con el último Princesa de Asturias de las Artes.

Linares, en otro momento del acto. Linares, en otro momento del acto.

Linares, en otro momento del acto. / Antonio Pizarro

Linares siente que está en tiempo de cosecha: actualmente mezcla el disco que grabó en directo con las actuaciones en las que celebraba sus 40 años de carrera. "50 en realidad, los diez primeros estuve cantando para el baile, hasta que pude mandar en lo que hacía", precisa sobre una gira en la que han participado, entre otros, Joan Manuel Serrat, Estrella Morente, Arcángel o Miguel Poveda, con el que interpretó, en un homenaje a Lola Flores, La zarzamora.

En esos conciertos, pese al largo camino recorrido, Linares seguía albergando ese nudo en el estómago que provocan los nervios. "Cuando vas a subirte al escenario estás a punto de salir corriendo", bromea, "pero luego empiezas a cantar y compruebas que todo va bien, y esa sensación es maravillosa". La artista evocó en el Paraninfo algunos recitales que le marcaron: cuando en 1988 cantó por primera vez en la Bienal, y abordó, en los Reales Alcázares y con la Orquesta Bética, una partitura que le "cambió la vida", El amor brujo de Falla, o el que describe como su "casamiento con la ciudad", un homenaje a Silverio Franconetti en el Lope de Vega –abril de 1989– en el que Linares estaba "inspirada y llegué al alma del público".

En su laudatio, Cruces le dijo a la cantaora que "ya tienes una toga y un cetro de magisterio en el reino de los flamencos, que también es otra universidad de conocimiento. El asiento en la cátedra de la sabiduría, la erudición que orienta, el consejo y el auxilio que implican este acto de investidura estaban de antes, allí donde anida esta otra ciencia flamenca que va más allá de la nuestra".

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