Lo que no conquistó el rey

La compañía sevillana La Dramola estrena hoy en Córdoba el drama del Siglo de Oro 'La judía de Toledo'

Los actores Rocío Hoces y Javier Centeno, en 'La judía de Toledo'.
Francisco Correal Sevilla

12 de septiembre 2015 - 05:00

El rey Alfonso VIII estaba despechugado, como al final de una batalla, y recibía los parabienes ya como Javier Centeno, el actor que encarna al monarca en La judía de Toledo. La obra se estrena hoy en el teatro Góngora de Córdoba con motivo del séptimo centenario de la sinagoga de esta ciudad. Una valiente apuesta de la compañía sevillana La Dramola que ayer realizó un ensayo general en el Teatro Central.

El texto original es de Antonio Mira de Amescua, granadino de Guadix, poeta y dramaturgo del Siglo de Oro "con fama de inmontable", en palabras de Ana María Grande, productora de la obra. Ésta dio con el texto "en mi anterior carrera". Se refiere a los estudios de Filología Alemana.

Aunque la leyenda de las relaciones ilícitas de Alfonso VIII con la judía Raquel, recién conquistada Toledo, aparece por primera vez en las Crónicas de su bisnieto Alfonso X el Sabio, Ana María, manchega de Tomelloso, enriqueció las fuentes con un insólito añadido. El episodio, con idéntico título, fue objeto de una novela de Lion Feuchtwanger, autor alemán de origen judío que huyó del Tercer Reich y fue colaborador de Bertolt Brecht cuando coincidieron en Estados Unidos.

Es una de las muchas singularidades de este montaje. Son cinco los actores y seis los personajes, como la obra de Pirandello: Lola Botello es la cantante y también hace de la madre de Raquel, "por darnos la libertad te han cautivado". Raquel es Rocío Hoces. Manu Jiménez y Alejandro González son los vasallos del rey.

En la dramaturgia se ha respetado el cuerpo central de la literalidad de la obra de Mira de Amescua, discípulo de Lope de Vega y autor tan respetado que da nombre a un aula de la Universidad de Granada que preside el hispanista Agustín de la Granja. El rey usa corbata y tiene gafas; Raquel bebe vino tinto y comparte con su efímero amado una especie de chaise longue.

Un miriñaque preside el decorado. La obra la dirige David Montero, premio Carlos Arniches de teatro, con una trayectoria en la que destacan sus trabajos relacionados con el flamenco: Belén Maya, Olga Pericet, El Niño de Elche. Yolanda Ortiz es su ayudante de dirección. Pau Ferrer diseña la iluminación; las fotografías son de Génesis Lence y el atrevido vestuario, de María Varona y su taller de La Casa Sentida, cerca de la calle San Luis.

"Las cosas no han cambiado tanto", dice Ana María Grande. Raquel es la víctima en esta leyenda que recorrió un trecho del castigo a la recompensa entre la derrota de Alarcos y la victoria de Las Navas de Tolosa. La ambientación musical es tan sugestiva como la apuesta dramática: Lola Botello canta una adaptación de las sevillanas bíblicas de Paco Toronjo y después se oye la voz rota de Leonard Cohen. Y música sefardí de un grupo neoyorquino.

Córdoba, lugar del estreno, está más cerca de Toledo, la segunda Jerusalén en la obra. Esta simbiosis del clasicismo textual de Estudio 1 con la transgresión de Peter Brook. Esta historia del siglo XII, uno posterior al que estudió el arabista Emilio García Gómez, podía incorporarse a la programación de la red de Juderías.

Lion Feuchtwanger nació en Munich y murió en Los Angeles. Alemania es tierra prometida de miles de refugiados, pero a partir de 1933 se convirtió en punto de partida de los que escapaban del horror. El siglo XII con el trasfondo del siglo XX y la voz de Hitler. "Parece que Alfonso X escribió esta crónica para advertir a uno de los infantes de los riesgos de transgredir los límites del amor".

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último