El cuento, seducción y alegoría
La Fundación Valentín de Madariaga reúne obras de una veintena de artistas cuyas miradas, presuntamente ingenuas, acercan al visitante al mundo de los temores y los conflictos adultos
Quizá sea Saint-Exupery quien mejor ha retratado la desdicha del mundo adulto a través de un cuento para niños. El Principito es en realidad un cuento para adultos con envoltura infantil. Conviene también citar a Carl Gustav Jung: propuso la existencia de un lenguaje común a los seres humanos constituido por símbolos primitivos que expresan contenidos que, al estar por debajo de la conciencia, escapan a ésta. Cuando salen a la luz, en los cuentos infantiles y las leyendas populares, no pierden su capacidad de despertar la emoción. Por eso desciframos con facilidad el lenguaje de los cuentos.
Desde estas premisas se ha trazado en la Fundación Valentín de Madariaga Nunca Jamás. Historias de niños para adultos, que reúne obras de 20 artistas cuyas miradas, presuntamene ingenuas, nos acercan al mundo de los temores y conflictos adultos. Un discurso articulado en torno a siete capítulos donde cada autor apuesta por un lenguaje artístico individual y único, poniendo de manifiesto las diversas maneras que existen de abordar la estética infantil. Instalación, vídeo, fotografía, pintura y dibujo conviven bajo el mismo techo, agrupándose en función del tema abordado.
Además de ser un alegato en favor de lo pequeño, la afición por la miniatura representa un valioso distintivo de la infancia. En torno a los cinco años, el niño cree que las pequeñas cosas están hechas a su medida, y así se percata del control que puede ejercer sobre ellas. Sin embargo, conforme va creciendo y madurando pierde esta percepción y busca ámbitos de mayor envergadura. Resulta tremendamente irónico que artistas como Liliana Porter, Javier Calleja o Walter Martin & Paloma Muñoz hagan uso del micromundo para hablar de una realidad dificultosa y hostil donde gran parte de las situaciones nos sobrepasan.
Otro elemento muy enraizado en la cultura popular, que pretende llegar hasta la vida real partiendo de un relato ficticio, es el cuento. La fuerte vinculación que éste, como ya he dicho, mantiene con el inconsciente colectivo de una cultura lo convierte en uno de los medios comunicativos más eficientes y perdurables. Kara Walker utiliza un pequeño teatro de sombras para narrar un cuento aterrador, el de la humillación y vejación que sufrieron los esclavos en Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX. Chema Lumbreras y Aaron Lloyd se decantan por la fábula, donde el personaje ficticio se convierte en retrato y espejo de la persona real, por eso llegamos a reconocernos en los angustiados Cerditos o el rechazado Príncipe Rana.
El juego, al igual que el cuento, permite la recreación fantasiosa de un mundo adulto durante la etapa infantil: el niño reproduce en sus juegos actitudes y posturas que observa en sus mayores, y, así, aprende a ser adulto. Las obras de Vik Muniz o David Levinthal son un homenaje al juguete y el juego. Mientras Muniz configura con pequeños muñecos de plástico una imagen fotográfica de su nieta, Levinthal nos habla de como los famososLEGO se convierten en protagonistas de montajes escenográficos, inspirados en la película Star Wars. En el extremo opuesto se sitúan las propuestas de Julio Falagán y Jorge Perianes, quienes dotan al juguete y a la escena infantil de un carácter ácido, corrosivo e irónico, cuya comprensión escapa por completo al intelecto infantil.
El garabato, antesala del dibujo esquemático, es sin duda otro medio utilizado por el niño para enfrentarse a la realidad. Una etapa de relativa inconsciencia que fue muy valorada por los surrealistas dado el alto nivel de pureza y primitivismo al que responde. En este sentido destaca la obra de Antonio Ballesteros, No Future, en la que recupera dibujos realizados entre sus 5 y 10 años, ilustrando a la perfección la mirada descontaminada y natural, propia en las edades tempranas. Quim Tarrida y Fernando Renes también consiguen plasmar en sus dibujos el fresco sentido del juego infantil.
Tras el garabato, surgen el dibujo sencillo y la pintura, convirtiéndose el retrato, el paisaje y el bodegón en referentes básicos. En este ámbito, Ballesteros y Juan Zamora se enfrentan al reto de hablar de la expresión primaria e ingenua desde el conocimiento y la madurez artística.
El adiós a la infancia y los cambios propios de la pubertad cierran el conjunto. Momentos decisivos en los que nuestra identidad (sexual, pública, íntima,...) va a conformarse. Martin Bermejo, Tim Burton y Yoshitomo Nara reflejan en sus trabajos los problemas y las tensiones de esos años en los que tan pronto se toca el cielo como se desciende a los infiernos.
Nunca jamás propone múltiples significados con un hilo argumental coherente y sencillo que sugiere la conveniencia de retomar ciertos aspectos de nuestra infancia para poder afrontar los golpes de la vida.
Exposición colectiva comisariada por Sema D'Acosta. Fundación Valentín de Madariaga (Avda. María Luisa, 2), Sevilla. Hasta el 30 de marzo.
No hay comentarios