El futuro (no) es para todos
El sendero azul | Crítica
La ficha
** 'El sendero azul'. River-movie, Brasil, 2025, 90 min. Dirección: Gabriel Mascaro. Guion: G. Mascaro y Tibério Azul. Fotografía: Guillermo Garza. Música: Memo Guerra. Intérpretes: Denise Weinberg, Rodrigo Santoro, Miriam Socarrás, Adanilo.
En este su cuarto largo de ficción, el brasileño Gabriel Mascaro (Vientos de agosto, Boi neon, Divino amor) necesita ya muy poco para desplazarse de lo real-antropológico a lo distópico en su viaje fluvial por el Amazonas protagonizado por una anciana recién jubilada contra su voluntad para dejar paso a las nuevas generaciones productivas fruto de un proyecto gubernamental. Poco en la medida en que la realidad parece a veces tan bizarra, alucinada y onírica en sí misma que se confunde con la propia materia del sueño, una realidad de fábricas de carne de caimán, caracoles de babas azules con poderes mágicos o locales de neón donde se apuesta en peleas de peces de colores.
El de Tereza (Denise Weinberg) es un viaje alcorazón sincrético del Brasil contemporáneo en clave de fábula de (auto)descubrimiento, una suerte de river movie geriátrica donde todo o casi todo es posible en aras de una huida de la muerte (real y burocrática). En su encuentro con traficantes, estafadores y monjas, Tereza se va encontrando poco a poco a ella misma para liberarse en el paisaje cambiante y tomar un camino propio lejos de la doble tutela del Estado y de su propia familia, que debe autorizarla para cualquier desplazamiento.
Tampoco es menos cierto que ese viaje tiende a estancarse, frenarse y repetirse un poco en sus entradas, salidas y regresos, y que no termina de definir su destino simbólico y su mensaje político. Tal vez hay algunas claves que se nos escapan más allá de las evidentes (el control social, la religión y el juego como opio del pueblo…), en cualquier caso, lo mejor ante este sendero de aguas mansas es dejarse llevar por ellas.
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