Así empezó el 'hip-hop' sevillano

Montana Shop & Gallery mostrará desde mañana la exposición 'Raíces: 25 años de hip-hop en Sevilla', que a través de fotografías, bocetos y objetos cuenta la historia de los pioneros del género en la ciudadl 'Raíces: 25 años de hip-hop en Sevilla'. Hasta el 20 de septiembre en Montana Shop & Gallery (Pasaje Mallol, 10 ac). De lunes a viernes de 11:00 a 14:15 y de 17:00 a 20:15. Sábados de 11:00 a 14:15. En La Nave Spacial (Plaza del Pelícano, 4. Local 1), hasta el 15 de este mes.

En la imagen, de izquierda a derecha, los pioneros del 'hip-hop' sevillano: Shrimp, Fini y Jam, 'graffiteros', 'b-boys' y 'raperos'.
En la imagen, de izquierda a derecha, los pioneros del 'hip-hop' sevillano: Shrimp, Fini y Jam, 'graffiteros', 'b-boys' y 'raperos'.
Blas Fernández / Sevilla

03 de julio 2009 - 05:00

"Vamos a contar la historia de cómo empezó todo en Sevilla", dice Fini en referencia a los orígenes de la escena hip-hop local y a la exposición que desde mañana mostrará el trabajo de aquellos pioneros en Montana Shop & Gallery, Raíces: 25 años de hip-hop en Sevilla. "Empezamos con el breakdance -explica por su parte Shrimp-, luego hicimos graffiti y terminamos grabando primero maquetas y luego discos. Todo dentro del mismo círculo de amigos". "De todo eso va la exposición", remata Jam.

Amigos desde hace un cuarto de siglo, a Fini, Shrimp y Jam les cabe el orgullo de haber dado forma al primer grupo de rap sevillano, KB Posse, aunque ésa sólo fuera la consecuencia lógica en el proceso de evolución de un colectivo que tocó los tres pilares fundamentales de la cultura hip-hop. "Comenzamos en el 84 bailando en nuestros barrios, pero en el 87 ya no quedaba nada de aquella movida -recuerda Shrimp-. Nos juntamos cuatro gatos y formamos un grupo en el que hacíamos de todo. Dejamos el baile, pero nos metimos a fondo con el graffiti y el rap. De hecho, fuimos el primer grupo sevillano en grabar y uno de los primeros de España".

La muestra que ahora presentan abarca un arco temporal de nueve años, entre el 84 y el 93, tiempos en los que la imaginación y las ganas suplían las limitaciones y el difícil acceso en tiempo real a la información sobre lo que más les interesaba. "Creo que era una época más creativa. Por ejemplo, no te podías comprar ropa de rapero porque no había, no existía, te la tenías que hacer tú. Veías en una película una gorra con un no sé qué y cogías cartón y tela y te hacías una. Nos hacíamos también los típicos colgantes. Y los graffitis, al principio, los hacíamos con brochas. Luego seguimos utilizándolas para los fondos, porque los sprays que conseguíamos no nos daban para el graffiti completo. Éramos los reyes de la brocha", comenta Shrimp entre risas.

"Musicalmente también era más divertido -añade-. Había menos pose y menos etiqueta, era más natural. A partir del 91 ó 92 llegó el gangsta-rap y la cosa cambió. Lo cierto es que también vivimos aquello y nos gustó, aunque pienso que lo anterior fue más auténtico, porque eras tú quien inventaba las cosas, quien innovaba. Era música de baile: venía del funk". "Luego llegaron los raperos y lo estropearon", bromea Jam, el único del grupo que ha seguido vinculado a las artes plásticas. "Siempre he sido dibujante y me metí en el graffiti porque me flipaba mucho. Pero he seguido con el dibujo. He trabajado en películas de animación, en diseño... Lo que me echen. De hecho, en estos momentos debería de estar terminando un par de story-boards para anuncios de televisión", comenta.

Estructurada en tres apartados, Raíces: 25 años de hip-hop en Sevilla rescata numerosas fotografías de las actividades del colectivo, enseña bocetos de sus graffitis -"incluidos algunos que luego no llevamos a la pared", dice Fini- y muestra objetos característicos del género -una colección de ghetto blasters, aquellos gigantescos radiocassettes de los 80- o directamente facturados por los integrantes del colectivo, fundamentalmente colgantes y prendas de vestir. "Los botines -ejemplifica Fini con humor- te los comprabas de la marca La Tórtola, le borrabas el nombre y con un rotulador le pintabas la línea y la etiqueta de los Puma".

Sobre el interés de las galerías de arte por el graffiti -"que no es nada nuevo, ya ocurrió a comienzos de los 80 en Nueva York", recuerda Shrimp-, aunque sí cada vez mayor -bastaría citar sólo a Bansky y su paso por el MOMA, la Tate Modern o el British Museum-, los tres coinciden. "Esta bien por el aspecto informativo -afirma Jam-, pero es un arte efímero, su soporte natural es la pared o el vagón".

La exposición, que contará con una prolongación en otra galería, La Nave Spacial -donde los tres protagonistas y otros autores de graffitis realizarán murales frente al público hasta el 15 de este mes-, quizás sirva para convencer al público de lo contrario: puede que la obra sea efímera, pero el hip-hop lleva ya 25 años en la ciudad.

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