Gonzalo Andino, director de Circada: “Las artes siempre son inciertas, pero el circo hoy puede ser optimista”
Circada celebra este mes su edición número 18 y prolonga así una “relación a largo plazo” con el público sevillano.
El Festival Circada regresa esta semana a la ciudad –hace unos días ya inició su actividad en la provincia– y hasta el día 22 sumará nuevos espacios como Artillería, el Cortijo del Alamillo, la sede de Assejazz o el Parque de Miraflores para ahondar en su filosofía de siempre: su defensa del asombro y el rigor de las cosas bien hechas. En esta entrevista, el director de la cita, Gonzalo Andino, expone los motivos por los que Circada llega a su mayoría de edad sin conocer el peligro del aburrimiento.
Pregunta.–Este 2025 cumplen 18 ediciones y hablan de una “relación amorosa” a “largo plazo” entre el festival, el público sevillano y el circo.
Respuesta.–Yo estoy reflexionando mucho ahora sobre eso, sobre qué hace que una relación funcione y el entusiasmo no se agote. No sé por qué voy a salir por aquí [ríe], pero digamos que mantener un cliente cuesta muchísimo menos, y sin embargo donde ponen los recursos y donde se esfuerzan las empresas es en captar a nuevos clientes, que sale más caro. Eso ocurre en casi todas las facetas de la vida: lo nuevo nos fascina y nos cuesta conservar el interés por aquello que funciona, en lo profesional y en lo personal. Por lo que sea, porque está en la naturaleza humana, nos aburrimos de las cosas. Ha sido un reto sobrevivir a diferentes corporaciones municipales, contextos nacionales y mundiales, crisis varias, y hoy contamos con un respaldo que no deja de ser frágil pero al mismo tiempo está consolidado. Vivimos enamorados de este proyecto, pese a todo, y el día que eso no sea así yo pasaré el relevo.
“La técnica es muy buena, pero importa tanto qué se quiere contar, cómo se cuenta”
P.–Quizás ese entusiasmo se prolonga porque no se han acabado las sorpresas. Chicharrón Circo Flamenco, por ejemplo, mezcla en Empaque dos disciplinas que hasta ahora se habían tratado poco...
R.–Este año, todo lo programado en la Sección Oficial son espectáculos de mucho recorrido, compañías que han hecho ya 400 funciones. Otras veces había más estrenos, lo que conllevaba cierto riesgo, pero en esta ocasión viene todo muy contrastado. Las propuestas de Lanördika y Chicharrón, las dos andaluzas, son más nuevas, pero ambas son extraordinarias. Hay una calidad incuestionable y una variedad brutal. La técnica que han conseguido los artistas es buenísima, pero importa igual otro aspecto, qué quieren contar y cómo quieren contarlo. Y además el sector se está profesionalizando, y se van logrando conquistas institucionales, hay muy buena energía. Las artes siempre van de la mano de la incertidumbre, pero podemos permitirnos hoy ser optimistas.
P.–Después de tantos años, ¿qué sigue admirando de los profesionales del sector?
R.–Diría que la curiosidad y la constancia son dos de las claves de su trabajo. Si ves a un artista de circo haciendo algo mal, sólo tienes que darle tiempo. Como son tan tenaces y tan obsesivos, ensayan y entrenan tanto, apenas hay nada que se les escape. Casi todos son multidisciplinares: en cuanto descubren que hay algo que se llama trompeta, empiezan a tocarla; si descubren el mapping, el audiovisual, trabajan para integrar eso en sus proyectos.
“La gente a la que le interesa la cultura no se sabe los nombres de la gente que hace circo”
P.–En las notas a la programación explican por qué hay que ver cada pieza, por qué la han programado. Nada parece dejado al azar en Circada.
R.–Yo aquí debo ser honesto y decir que podríamos apostar por otras veinte compañías y la programación podría ser igual de buena, incluso mejor. Porque hay un detalle de las artes en vivo que resulta inexplicable, y es que tú puedes ver un día un espectáculo en un sitio y te emocionas, y dos días más tarde lo ves en otro sitio y por lo que sea no funciona. Hay coproducciones con las que nos comprometemos un año y medio antes de que se estrenen, y ese proyecto puede derivar en algo que no esperabas. En Circada explicamos por qué está ahí cada pieza para que el público entienda que igual nos equivocamos, pero somos coherentes. Queremos generar pedagogía, cultura de circo, porque como hablamos de un arte más incipiente, no se conoce demasiado. La gente a la que le interesa la cultura te puede mencionar el nombre de una coreógrafa, un dramaturgo o una directora de teatro, pero del circo no te sabrá decir a nadie... Eso hay que cambiarlo.
P.–¿En qué sentido dialogan los espectáculos del festival con el presente? ¿Les preocupa el mundo, o quieren evadirse de él?
R.–La piedra de madera [de la Cía. EIA] habla de los cuidados de una manera poética e indirecta, y consigue movilizar al público y que todo el público construya el espectáculo sin que nadie se sienta incómodo. El dúo de Las Couchers emula una de esas charlas motivacionales y anima a que los espectadores salgan de su zona de confort, pero al final aflorarán las miserias de las dos protagonistas, porque son payasas y ese es su destino. Y Empaque, de Chicharrón, se pregunta sobre la identidad, qué haces cuando lo que eres no encaja en las etiquetas. Yo creo que sí, que el circo está hablando con su momento.
Consulte la programación en www.festivalcircada.com
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