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Sobre la imaginación y sus dones

Álvaro Cunqueiro. Sueño y leyenda

Renacimiento publica Álvaro Cunqueiro. Sueños y leyenda, excelente biografía, puntual y ambiciosa, firmada por el poeta, ensayista y traductor Antonio Rivero Taravillo, recientemente fallecido, en la se que aborda la figura y la obra de este autor gallego de excepcionales dotes literarias, hoy casi desconocido por el público español, exceptuando el galaico

Imagen de Álvaro Cunqueiro en una taberna gallega
Manuel Gregorio González

12 de octubre 2025 - 06:00

La ficha

Álvaro Cunqueiro, sueño y leyenda. Antonio Rivero Taravillo. Renacimiento. Sevilla, 2025. 592 págs. 29,90 €

El poeta Antonio Rivero Tarvillo, laureado biógrafo de Cernuda y de Cirlot, dedicó una buena porción de años a esta biografía -biografía total, minuciosa y poética a partes iguales-, de Álvaro Cunqueiro, escritor al que le unía no solo una inclinación a las erudiciones célticas y a la mitología, hiperbórea o no, con que compuso sus imaginaciones; sino al modo mismo de imaginar, tan notable en Cunqueiro, y en el que se basan tanto su formidable imparidad como su extraño olvido. Dicho olvido, por fortuna, lo es cada vez menos; y a ello debe contribuir, en modo extraordinario, este Álvaro Cunqueiro, sueño y leyenda, obra que añade a su ambición de biografía “a la inglesa”, como explica su autor en la Introducción, la precisión del poeta al dirimir sobre la singularidad poética de otro. De ahí emergerá, con el vigor de lo vivo, este Álvaro Cunqueiro, gigante alegre y melancólico, cuya excelencia literaria se hallaba ignorada o casi fuera de su tierra gallega.

Rivero Taravillo destaca la extraordinaria inventiva de Cunqueiro y su infinito juego entre la erudición y la fantasía

¿Cuál es aquella originalidad de Cunqueiro, hoy no suficientemente considerada? Le Goff, en El nacimiento del Purgatorio, escribe que el “el cristianismo acabó con la oniromancia de los sabios antiguos”; y que “los hombres de la Edad Media necesitarán mucho tiempo para recuperar un universo onírico”. Es este universo, en lo que tiene de ensoñación, y no de patología aflictiva, como lo considerará el XX a través de Freud y otros, el sustento y la materia principal de la literatura cunqueriana. El reiterado acierto de Rivero Taravillo ha sido este de documentar con robustez y solvencia aquel saber anómalo de Cunqueiro, así como los caminos y fuentes literarias por las que vinieron a su obra tanto las fantasías paganas como las cristianas, las célticas como las orientales, en feliz mescolanza. Esta robustez se hace más necesaria aún por cuanto en la obra de Cunqueiro hay una parte no desdeñable de mixtificación, de invención, de fantasía legítima, que Rivero Taravillo subraya oportunamente. Pero no para pillar en falta a su autor, sino para destacar, precisamente, la extraordinaria inventiva de Cunqueiro, y el infinito juego entre la erudición y la fantasía que conocemos en otros de sus autores predilectos: Apollinaire, Schowb, Aloysius Bertrand, Borges, así como su amado fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo e inventor del género ensayístico.

Al tratarse de una biografía apegada fielmente a la cronología y el dato, Rivero Taravillo no dejará de abordar algunos episodios de picaresca vinculados a Cunqueiro -al Cunquerio de la década de los 40 y primerísimos 50-, y cuya naturaleza sitúa, de algún modo, en el ámbito de lo fantasioso. Los hechos, como queda probado, existieron. Pero se deben más al carácter excesivo del autor, a cierta puerilidad inconsciente, que a una avilantez que no cabe imaginar en Cunqueiro y que numerosos testimonios contradicen. “No es que Cunqueiro tuviera incapacidad para lo real -escribe Rivero Taravillo ya en el "Epílogo" a esta importante y necesaria biografía-, es que tenía capacidad para lo fantástico, cosa que está al alcance de muchos menos que lo primero”. Entre otras muchas virtudes, y la primera de ellas es la de estar escrita con rigor y excelencia, en esta biografía de Cunqueiro se da detallada cuenta, no solo de la vida y la obra de un hombre impar, sino de la textura cultural de un país -y acaso un continente- durante casi un siglo. Como ya sabrá el lector, Cunqueiro nace en 1911 y muere en 1981; no obstante, se hace necesario referir su obra tanto a un pariente lejano, don Ramón María del Valle-Inclán, como a su aún más lejano familiar, fray Benito Jerónimo Feijóo, con quienes mantiene obvias y aun secretas concomitancias.

Hay otro valor que atesora esta biografía, absorbente y ligera, a pesar de su volumen, y es la inclusión deliberada de numerosos textos de Cunqueiro, ya sea en fragmento, ya en pieza completa, dado que la obra mayor de Cunqueiro, la más valiosa y la más abundante, se dio en el artículo y en el poema. Este es un acierto que atribuimos, sin duda, a la inteligencia lírica de Antonio Rivero Taravillo. Es el amor a las fantasía benévola y cordial, a la sabiduría alegre y melancólica del escritor mindoniense, la que le impulsado, felizmente, no solo a su oportuno análisis, sino a la demostración tomasiana de cuanto queda escrito en estas páginas. No cabe decir que estemos ante una biografía definitiva, puesto que ninguna lo es. Pero sí es posible afirmar que estamos, probablemente, ante la más ambiciosa, reposada y exacta de cuantas se han publicado; y ello con el añadido de una erudición intachable y un vuelo lírico que otorga su unidad a este magnífico vitral, solemne y colorido, de feliz memoria.

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