The Lemon Twigs: “Grabar en analógico nos hace ser más conscientes de cada detalle"

THE LEMON TWIGS | Grupo musical

The Lemon Twigs desafían el tiempo y las etiquetas con canciones que suenan a clásico sin parecer copia, a presente sin disfraz. Brian y Michael D’Addario reinventan el pop desde la intuición y el detalle, con la ambición melódica de quienes creen que aún es posible hacer belleza sin artificios. El próximo jueves estarán en la sala Malandar

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The Lemon Twigs: Brian y Michael D’Addario

Desde Long Island, los hermanos Brian y Michael D’Addario, con su banda The Lemon Twigs, han trazado una senda musical singular que mira al pasado con ojos contemporáneos. Su sonido, a medio camino entre el revivalismo y la reinvención, no es un simple ejercicio de nostalgia sino una apuesta creativa que busca “ser lo más creativos posible con nuestras melodías, acordes y arreglos, sin quedarnos atrapados en algo que ya existe”. Así lo explica Brian, mi interlocutor para esta entrevista, al hablar de cómo logran ese equilibrio tan delicado entre preservar el alma clásica de su música y evitar caer en un pastiche: “Si algo se parece demasiado a una canción ya existente que conocemos, simplemente lo cambiamos. No queremos repetir ni copiar, sino crear algo que respire por sí mismo. La clave está en experimentar con los sonidos y darle una vuelta personal a cada idea”.

Su debut, Do Hollywood (2016), mostraba una cara juguetona y ligera, llena de energía y diversión, pero los últimos trabajos son un reflejo más introspectivo y maduro, con letras que abordan temas más profundos y personales. “Éramos más jóvenes, quizás por eso nuestro primer disco era más despreocupado, más lúdico. Ahora hay más cosas sobre las que sentimos qué escribir, experiencias, emociones que antes no entendíamos o no queríamos contar”, dice con sinceridad. “Pero siempre tratamos de escribir palabras que encajen bien con la música, dejando que la melodía nos guíe en la construcción de las letras, porque para nosotros la canción es un todo, no solo palabras o solo música”. Esa evolución muestra una banda que respira influencias y las digiere perfectamente para crear algo propio y resonante, siempre fiel a su instinto.

The Lemon Twigs (Brian delante)

En cuanto a fuentes de inspiración, la literatura y el cine asoman tímidamente, aunque con matices y respetando su propio proceso: “Nos gustan ciertas películas, sobre todo las que tienen atmósferas densas y emotivas. Ponerte una película de Paul Schrader o Tarkovsky puede ser inspirador en un sentido general, te abre una puerta emocional o visual, pero no solemos tomar textos o ideas literarias directamente para las letras”, aclara Brian. “Creo que estamos más influenciados por otros compositores y canciones que por poesía o narrativa. La música nos llega primero y después las palabras intentan acompañar ese mundo sonoro”. En ese sentido, cuando le pregunto por algún álbum clásico que le gustaría reimaginar con su estilo, Brian responde con un gesto que mezcla asombro y desinterés: “No querría hacer eso, la verdad. Si tuviera que elegir, quizá una recreación nota por nota de Boulders, de Roy Wood, sería un reto divertido. Aunque tardaría una eternidad”. Más que regrabar, lo que parece motivarles es aprender del ingenio ajeno para seguir forjando su propia alquimia melódica.

Más que teorías o fórmulas, el secreto de su éxito creativo parece residir en un instinto afinado. Michael ha dicho más de una vez que la gente hace malos discos cuando se vuelven demasiado creativos, una frase que Brian, sin embargo, matiza porque piensa que lo peligroso es hacer música para complacer algo que no sea el propio gusto. “No creo que ser demasiado creativo sea el problema” contradice a su hermano. “El problema es cuando empiezas a hacer música desde la cabeza, como un ejercicio teórico, en lugar de dejar que sea algo instintivo y natural. Ahí es donde se puede perder la esencia y hacer un disco que no te gusta ni a ti mismo. Nosotros no nos forzamos a innovar o sorprender, simplemente tratamos de mantener fresca la música para nosotros mismos, invirtiendo nuestra energía en melodías interesantes, cambios de acordes inesperados y arreglos que nos diviertan”.

La relación entre ambos, desde siempre estrecha como hermanos y socios creativos, se traduce en una complicidad que va más allá de las palabras. “Eso es absolutamente cierto”, confirma Brian. “Hay un lenguaje no verbal cuando componemos. Muchas veces basta una mirada, un gesto o un silencio para saber que algo no funciona o que estamos en la dirección correcta”, me cuenta con una gran sonrisa. “Nunca tratamos de fingir o esconder lo que pensamos. Si a uno no le gusta algo, el otro lo nota enseguida y no hace falta discutir demasiado”. Cuando surgen discrepancias, su método es directo y respetuoso: “Hablamos, probamos todo lo que se nos ocurre y, si el desacuerdo persiste, nos damos espacio. A veces es mejor dejar reposar las ideas para luego retomarlas con perspectiva. Al final, la música es un trabajo en equipo, y hay que respetar los tiempos y los procesos”.

The Lemon Twigs

En un panorama musical que tiende a encasillar y etiquetar, ellos se niegan a ser un molde. Mezclan glam, power-pop, indie moderno e incluso han recibido la etiqueta de Merseybeach, evocando a Beatles y Beach Boys. Pero no hacen concesiones para mantener su libertad: “No pensamos en etiquetas ni en sacrificar nuestra libertad creativa para encajar en un género o una tendencia. Solo intentamos hacer lo nuestro y mejorar en cada disco, sin miedo a probar cosas nuevas o a cambiar el sonido si sentimos que es lo correcto”. Mirando atrás, Brian recuerda el momento en que supieron que la música sería algo más que un hobby: “Desde que tengo memoria siempre quise que la música fuera mi forma de vida. Recuerdo especialmente cuando Foxygen nos pidió tocar antes que ellos en el Webster Hall; fue una señal muy clara para nosotros de que estábamos avanzando hacia algo más serio, hacia convertirnos en músicos profesionales”.

Esta pasión por lo auténtico se refleja también en su forma de grabar. Prefieren la grabación analógica, una elección que les obliga a cuidar cada instrumento y arreglo: “Grabar en analógico nos hace ser más conscientes de cada detalle. No puedes simplemente apilar pistas o arreglar cosas después. Tienes que pensar en el conjunto, en si cada instrumento aporta algo esencial al resultado final. Eso nos hace ser más precisos y a la vez más orgánicos”. Su sonido en estudio, con capas complejas de instrumentación y armonías, se transforma en directo con arreglos que sorprenden incluso a ellos mismos. “Tenemos una nueva versión de Corner of My Eye que tiene un aire muy vocal, casi como los Four Freshmen, con armonías que no habíamos explorado antes”, explica Brian. “También nos gusta mucho la versión en vivo de Rock On. Es una versión más definitiva, con más energía y presencia que la grabada. Queremos que esa sensación llegue al público y estamos planeando sacar un álbum en vivo para capturar esa magia”.

The Lemon Twigs

Cuando le hablo de sus recientes contactos con España, Brian confiesa un conocimiento limitado de la escena local. “No estamos demasiado familiarizados con la música española, pero estamos emocionados por aprender más en esta nueva visita”, dice, creo entrever, con ansia contenida, “Nos encanta conocer nuevos sonidos y colaborar con músicos diferentes”. Y para quienes vayan a sus conciertos, especialmente a este de la sala Malandar el próximo jueves, tiene un mensaje claro y entusiasta: “Tenemos un montón de canciones nuevas para tocar, así que, aunque nos hayáis visto antes, no dudéis en venir a vernos de nuevo. Queremos compartir todo el material nuevo que tenemos y seguir creciendo junto a nuestro público”.

Después de años de giras intensas no han faltado desafíos, pero también han abundado las sorpresas agradables. No sé si a estas alturas de carrera hay algo que todavía les dé vértigo. “Lo que a veces da vértigo es encontrarte con alguien muy rígido o con mucha presión”. Brian es tajante. “Nunca sabes con quién vas a coincidir en la carretera o en una sesión de grabación, así que a veces hay que lidiar con personalidades difíciles. Pero nuestro grupo es muy fácil y cercano, lo que siempre nos ayuda a mantener la calma y la confianza”. Para mantener la energía durante las giras, cuentan con sus pequeños rituales. “Me gusta tocar la guitarra entre bastidores y calentar si hace falta. Es una forma de conectarme conmigo mismo antes de salir al escenario. Pero sin duda, la mejor fuente de energía es la respuesta del público, su entusiasmo y su conexión con la música”.

The Lemon Twigs continúan su particular viaje musical con la convicción serena de quienes han elegido un destino. No hay en ellos artificio ni nostalgia impostada, sino una búsqueda honesta que dialoga con las raíces para inventarse nuevas ramas. Lo suyo es una devoción casi artesanal por la canción, entendida como un cuerpo vivo donde la armonía respira y los arreglos se despliegan como alas. En el escenario, canalizan esa energía con una intensidad que electriza sin alardes, como si cada acorde fuera una revelación recién descubierta. En el estudio, se sumergen en el detalle, en el matiz invisible, en el sonido que todavía no tiene nombre. Y mientras el mundo gira veloz y muchas bandas se esfuerzan por parecerse a algo, ellos caminan con paso firme y mirada lateral, componiendo una obra que se está convirtiendo en refugio para quienes aún creen que la belleza habita en las canciones bien hechas.

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