Los puños del hambre

Miguel Velázquez. El catedrático del ring | Crítica

El boxeador Miguel Velázquez en una imagen del documental.

La ficha

** 'Miguel Velázquez. El catedrático del ring'. Documental, España, 2025, 117 min. Dirección: David Cánovas. Guion: David Cánovas, Raúl Jiménez Pastor. Fotografía: Lucía Grimaldi. Música: Antonio Hernández. Con: Miguel Velázquez, Alfredo Relaño.

Homenaje y reivindicación de una de las grandes figuras del boxeo español del siglo XX, Campeón del Mundo de los pesos superligeros en 1976 frente al tailandés Muangsurin, Campeón de Europa de los ligeros en 1970 frente al escocés Buchanan, Campeón de España en 1967, fiero contendiente de Pedro Carrasco en uno de los combates nacionales (1969) más igualados e intensos que se recuerdan, este documental sobre el púgil tinerfeño Miguel Velázquez (n.1944) peca tal vez de querer contar demasiadas cosas y abrir demasiados frentes en su ortodoxo formato de ensamblaje de testimonios (de José Luis Garci a los periodistas deportivos Alfredo Relaño o Julio César Iglesias pasando por colegas, entrenadores, amigos y familia), material de archivo y recreaciones ficcionales en torno a su carrera deportiva.

Tan sólo esos grandes combates hubieran bastado, bien contados y montados, para concentrar la esencia de su trazado, que incide en los orígenes humildes y en la práctica del boxeo como salida natural a la pobreza en una España en blanco y negro en la que esta disciplina deportiva, y gracias a los Urtain, Carrasco, Fernández, Durán y el propio Velázquez, alcanzó una popularidad y una aceptación transversales hoy impensables.

Tres combates bien documentados por fotografías y reportajes del NO-DO o TVE que dejaron la evidencia de un luchador preciso e incansable del primero al último asalto, también el ascenso, la retirada y algunas circunstancias técnicas que no terminaron de recompensar cuando tocaba su valía. Alrededor de ellos hay tal vez demasiado relleno de mensaje obvio y redundante, algunas recreaciones poco afortunadas, apuntes elementales sobre la violencia y la nobleza pugilística y, sobre todo, un colofón con perspectiva de género que denota su condición de pegote políticamente correcto.

Todo eso podía haberse ahorrado David Cánovas para dedicar quizás más tiempo al propio Velázquez hoy octogenario, un tipo elocuente, claro y autoconsciente, un hombre poco pagado de sí mismo a pesar de todos los reconocimientos oficiales, un padre de familia que colgó los guantes para conducir un taxi, entre otras razones para poder contarle a sus hijos con lucidez las cosas que hizo y que aquí quedan ampliamente documentadas para espectadores profanos pero sobre todo para aficionados y nostálgicos de la era dorada del boxeo español.

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