La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Qué clase de presidente o qué clase de persona
El concierto de Navidad de Niña Pastori, con el escenario ya obligatorio en Fibes -donde triunfó también el año pasado- va camino de convertirse en una de esas tradiciones inapelables que tan fácilmente adquiere la Navidad posmoderna. Como el mapping o las cenas de empresa desterradas a noviembre, la actuación de la gaditana en nuestra ciudad forma parte ya de los actos inaugurales de una -cada vez más extensa- temporada navideña.
Poco después de que se encendieran las luces del centro de la ciudad, muy, muy lejos de allí -Sevilla Este-, las tres mil almas que llenaron por segunda noche consecutiva el auditorio Fibes coreaban el nombre de Pastori cual advocación mariana -”Pastori, guapa, guapa y guapa”-, y al fin sentimos que, después de haber celebrado religiosamente [sic] Halloween y el black friday, entrábamos de la mano de la artista cañailla en el territorio sagrado de las Pascuas made in Andalucía.
Un concierto basado íntegramente en su disco Feliz Navidad, que en 2024 alumbró el primer villancico tik tokero de nuestra historia: Palillos y Panderos. Lo cantaba y bailaba el público diez minutos antes del arranque, y justo así se inició el repertorio. Quizás ya no hay canción del verano, pero desde luego Palillos y Panderoses el hit de la Navidad, tras ardua contienda con el Burrito Sabanero de David Bisbal. Corren tiempos estimulantes.
Desde esa cima, la gaditana desgranó un recital completo y diverso, en esencia idéntico al del año pasado, con los ingredientes necesarios tanto para satisfacer a sus fieles seguidores, como a los meros catadores de espíritu navideño. El concierto es una traslación de su estilo habitual, al servicio de la temática. Así que mientras Orillo Orillo recrea lo mejor de la zambomba jerezana por bulería, Que vienen los Reyes se adentra en la rumba de acento salsero. Dodi li nos mece en ese precioso aire eslavo, y Amor amante se hunde en la noche de los tiempos para rescatar esa sustancia atemporal del villancico. Pero sobre todo, Camino de Belén sigue siendo un himno que destila dulzura. La descarga rumbera de Chaboli agitó los corazones, después de comprobar que, aún en la versión de Blanca Navidad, y a pesar de entonar eso de “nieva, todo es blanco alrededor”, se impone la luz marina del cante flamenco de Niña Pastori, una de las pocas voces inconfundibles y siempre poderosas de la música española, cálida y reconocible para abrirnos las puertas, ahora sí, de una feliz Navidad.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios