Escuela de futuro

Indisimulado canto a la enseñanza pública y sus valores de formación humanista e integración en tiempos difíciles, este nuevo documental de la especialista austriaca Ruth Beckermann (El caso Kurt Waldheim, Mutzenbacher) sigue durante tres cursos a los alumnos y a la maestra de una misma clase de primaria en un colegio del barrio vienés de Favoriten. Un barrio eminentemente multicultural donde viven familias procedentes de países como Turquía, Siria, Bulgaria, Túnez, Macedonia o Chechenia, casi todas ellas de clase obrera con padres albañiles, operarios, repartidores, mecánicos o taxistas y madres en su mayoría amas de casa.

Beckerman aspira a invisibilizar su larga intromisión en el aula, en las actividades escolares o las salidas culturales (a la piscina, al mercado, a la mezquita, a la catedral…), pero es siempre consciente del pacto necesario para su dispositivo observacional. Ocasionalmente reparte entre los niños teléfonos móviles que les permiten grabar y grabarse, creando así una suerte de juego entre lo real y su representación, entre el objeto de su documental y la posibilidad de que sus protagonistas también contribuyan al montaje final.

Empero, lo interesante aquí es el acompañamiento, la empatía, la distancia justa y la selección del material, el haber compartido esos tres años de formación donde la cámara se disuelve en el aula para testimoniar un proceso de aprendizaje colectivo y señalar las cuestiones esenciales que definen a este grupo y sus singularidades: el idioma (alemán) como nexo común, la tolerancia y el respeto a las diferencias culturales, el papel de contrapeso que debe tener la escuela pública para erradicar inercias racistas, machistas o antidemocráticas en los respectivos entornos familiares.

Nuestra profesora también es de origen turco y eso pesa en el discurso: late aquí una confianza en el sistema como corrector de desigualdades, como espacio de diversidad, convivencia y tolerancia con un destino común. La seño es también un ejemplo paradigmático del buen guía sin nuevos librillos pedagógicos ni métodos autoritarios y caducados: enseña, encamina, pregunta, escucha, dialoga y también responde, corrige con discreción, media en los conflictos, es firme y severa cuando ha de serlo, se gana el respeto y el cariño de los niños desde una actitud abierta y unos principios claros.

No hay aquí idealización de la enseñanza, tampoco elusión de los problemas colindantes y los retos pendientes. Como su profesora, Beckermann cree en lo que se hace y se genera dentro de estas aulas públicas y espera pacientemente casi hasta el último momento para una emocionante despedida.