"No he permitido que me encasillen"

Concha Velasco. Actriz

La intérprete visita el Lope de Vega con 'Concha. Yo lo que quiero es bailar', un espectáculo musical en el que su protagonista mira hacia atrás sin ira y repasa los logros de su carrera.

Concha Velasco, acompañada por los integrantes de la orquesta que interpreta con ella las canciones.
Braulio Ortiz / Sevilla

26 de mayo 2012 - 05:00

Después de su transformación en una vieja ex prostituta, la señora Rosa, en La vida por delante, Concha Velasco le pidió al director de aquel montaje, el también actor Josep Maria Pou, que le preparara "una de guapa". Así nació Concha. Yo lo que quiero es bailar, un espectáculo musical en el que la actriz lleva al público por sus triunfos y decepciones. La vallisoletana estará en el Lope de Vega la semana próxima, de jueves a domingo, para compartir recuerdos, bromas y confidencias junto a la banda sonora que ha acompañado sus pasos.

-Esta obra incluye muchos momentos grabados en la memoria colectiva de los españoles. ¿Pesa ser parte de la historia de un país?

-No, yo qué voy a ser eso... Yo lo que he sido es una buena profesional, aunque a veces esto suene peyorativo. Cuando oí al Rey decir de la Reina que era una buena profesional, me dolió en el alma, parece que ser buen profesional es ser algo frío y mecánico. Pero significa que has dedicado tu vida con amor y con dedicación completa a algo.

-Aquí queda clara su condición de todoterreno: interpreta textos de Gala, Jardiel o Zorilla, canciones de Algueró o Sondheim...

-Es uno de los aspectos que más me gusta de mi carrera. La chica yeyé me marcó muchísimo, pero gracias a ella he grabado discos, he sido cantada y bailada por al menos dos generaciones. Pero no he permitido que me encasillaran. He hecho, tanto en cine como en teatro como en televisión, papeles dramáticos, cómicos, musicales. A mí lo que me gusta es vivir otras vidas y refugiarme en los personajes que interpreto. Y he hecho tantas cosas que ni las recuerdo. El otro día me encontré con el maestro Manuel Alejandro y me contó que me había compuesto una canción cuando empezaba, que le había pedido Algueró, y que se llamaba 400 cartas de amor. Yo me dije: "¿Será posible que yo tenga también una canción de Manuel Alejandro?".

-Su primera vez en un escenario interpretó Coppélia, luego acompañó a Manolo Caracol y a Celia Gámez. Efectivamente, usted quería bailar, no le importaba el género.

-Conseguí una beca para estudiar en Inglaterra, pero hubo un drama en mi familia y yo me tuve que poner a trabajar en lo que sabía, que era bailar. Celia Gámez fue una maestra. ¡Y cómo era Caracol, ese señor! A mí me han tratado muy bien en la vida, por eso en este espectáculo no hablo mal de nadie. Ésa fue la única condición que puse para esta obra: que de mí no saldría una mala palabra. Puedo contar cosas estupendas sin recurrir a eso. Eso es de viejos resentidos, y yo soy mayor, y no estoy resentida.

-Pues pasemos a las palabras bonitas. Aparte de Antonio Gala, Josefina Molina, Pedro Olea o Paco Marsó, ¿qué otros nombres considera decisivos en su carrera?

-Recordaría a Tony Leblanc, que me hizo protagonista a su lado y pasé de ganar 65 pesetas diarias a 3.500. También a Luis Escobar, y a José Tamayo, que me convirtió en actriz dramática con Abelardo y Eloísa. Un gran hombre, al que ahora no se nombra. En este país se rechaza a la gente si tiene una ideología distinta, y eso es terrible.

-El título de la obra proviene de una frase que le dijo a Tamayo.

-Tenía un novio que me hacía sufrir, el amor se me ha dado muy mal, no he dado ni una... Tamayo me preguntó: ¿Qué le pasa a usted, Conchita? Yo le dije: "He tenido un novio que se ha pasado 10 años hablándome de la guerra del 36, y ahora tengo otro que me habla de la que va a venir, y yo lo que quiero es bailar..." Eso lo he dicho yo cada vez que tenía un problema, un drama.

-El espectáculo habla también de los proyectos que no salieron. ¿Qué espina tiene más clavada?

-Pou quería hacer Follies conmigo, pero la ha montado Mario Gas en el Español. Y como no podemos llevarla a escena entera, canto una canción. Hay muchas cosas que no he podido hacer, en realidad por una razón positiva. Mis obras han estado mucho tiempo en cartel, y eso me ha obligado a rechazar propuestas de grandes directores como Josefina Molina o José Carlos Plaza.

-Hablando de directores, usted ha repetido que no ha sido chica Almodóvar, pero sí chica Berlanga.

-Estuve enamorada de Berlanga, toda la vida, en un sentido artístico. La primera vez que me presenté a una prueba fue para Novio a la vista y ni me miró. Pero es igual, yo lo perseguí. Conseguí trabajar en su última película, París-Tombuctú, que además es en la que la chica se queda con el chico.

-En la obra, saca de su bolso el discurso de agradecimiento por el Goya... que le dieron a Emma Suárez y no a usted.

-Ya no quiero que me lo den, que me quitan uno de los mejores momentos del espectáculo. Me habría gustado entregarle el Goya el año pasado a Josefina Molina y ponerme un traje precioso, aunque a veces te equivoques. Una vez presenté los Goya con Resines y a todos les entró un ataque de locura y me pusieron verde. Le dedicaban la gala a Fernán Gómez y sólo se habló de mi traje.

-Ya que estamos con el vestuario, aquí se pasa toda la obra con una camisa, enseñando las piernas.

-¡Es que las tengo muy bien todavía! Llevo unos taconazos, y una camisa blanca. Por más que le he pedido a Pou una camisa de lentejuelas tipo Liza Minelli no he logrado convencerle. He conseguido una orquesta magnífica, unas proyecciones fenomenales, una gran luz y una escenografía costosísima y un sonido bárbaro. Pero con lo de la camisa, nada.

Concha. Yo lo que quiero es bailar. Jueves 31, a las 20:30. Viernes 1 y sábado 2 de junio, 18:30 y 22:00. Domingo 3 de junio a las 19:30. De 4 a 21 euros.

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