LA GRAN VÍA | CRÍTICA

¿Quién dice que aburre la zarzuela?

Las calles madrileñas de protesta por la Gran Vía.

Las calles madrileñas de protesta por la Gran Vía. / Luis Ollero

“He oído dos veces La Gran Vía, una calle de Madrid. Algo que no es en absoluto susceptible de importación. Para ello hay que ser un granuja y un terrible individuo de instinto, y además solemne. Un terceto de tres solemnes gigantescos canallas, es lo más fuerte que he oído y visto, incluso como música, genial, imposible de clasificar”.

Así sorprendió a Nietzsche La Gran Vía cuando la vio en Turín en 1888. Y no es de extrañar, porque hay pocos libretos más irónicos y pocas músicas más chispeantes. Perfecta elección, entonces, para cerrar la temporada de una Compañía Sevilla de Zarzuela que sólo unas horas antes recibía la Medalla de la Ciudad de Sevilla. Y con tres funciones vendidas al cien por cien.

Son dignos de admiración la entrega y el amor que le ponen estos artistas a la zarzuela, con unos resultados espléndidos por añadidura. La adaptación del texto por Alejandro Rull conecta con el público y divierte con sus oportunas morcillas. Los actores se mueven con mucha soltura y, en el caso de Rull, cantan estupendamente el vals del Caballero de Gracia con su voz timbrada y potente. Aurora Galán derrochó gracia como Virtudes y elegancia en el fraseo como el Eliseo, mientras que Marta García Morales, sobrada de desparpajo como actriz, fue también una Menegilda llena de picardía y de buena musicalidad. Los tres ratas (Ortiz, Ceballos y Martín) estuvieron perfectos como actores y como cantantes en el que es el número perfecto de esta zarzuela. Y como en ocasiones anteriores, magnífico el coro femenino, de voces luminosas y muy empastadas. Al frente de una orquesta de buen sonido global y buenos solistas, la firme batuta de Elena Martínez, llena de garbo y de sentido del ritmo. Suyas fueron también las adaptaciones orquestales para cubrir los cambios de escena. Su manera de llevar, con tempo vivo y marcado, la "Jota de los ratas" descubre a una directora que entiende a la perfección los códigos musicales y teatrales de la zarzuela.

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