El parqué
Álvaro Romero
Presión bajista
Mientras en España los medios y los amantes de la política asistimos entre anonadados y expectantes a la guerra fraticida abierta en el PP, a 4.000 kilómetros de aquí se libra una de las de verdad, con bombas y sangre.
Anoche, mientras estábamos pendientes de qué decidían los barones del PP, ese primer varón ruso asalvajado y escalofriante cumplía lo que los servicios de inteligencia americanos e ingleses llevaban semanas anunciando: Rusia invadía Ucrania y bombardeaba su capital, Kiev.
A los periodistas se nos presupone un conocimiento, al menos superficial, de todo lo que acontece en el mundo. Les voy a decir la verdad: maestría liendre de toda la vida. Ya no quedan muchos especialistas en las redacciones, más que nada por las necesidades de producción del negocio, pero hay realidades que incluso al más informado se les puede pasar.
Yo no sé mucho de Ucrania. Sé que es una sociedad muy dividida (¿cuál no?), en este caso entre prorrusos y proeuropeos. Sé que la intervención rusa en Ucrania no es nueva y que lleva amenazando la estabilidad de la zona desde 2014, con el estallido en Donbás y luego la adhesión de Crimea a Rusia y la guerra del Donbás que comenzó ese mismo año y que aún continúa.
Sé que en Europa no vivíamos una guerra de este calado desde hace años y que entonces fueron guerras étnicas. Hoy está provocada por estrategias geopolíticas llevadas al extremo de la barbarie y la sinrazón que producen las armas.
También sé que los rusos no se caracterizan por resolver sus asuntos fronterizos de manera pacífica y si no recordamos Chechenia o Georgia, sin olvidar la llevada a cabo entre Armenia y Azerbaiyán, en la que si bien los tanques rusos no actuaron, sirvieron para poner "paz".
Eso me ha hecho acordarme de la teoría de los arcos dorados, descrita por el articulista del New York Times y triple ganador del Pulitzer, Thomas Friedman, que viene a decir que no hay dos países en los que haya McDonalds que se declaren la guerra. Esta ley presupone (usando el método inductivo de aquella manera…) que países con libre mercado son más propensos a resolver los conflictos por la vía democrática.
¡Ah! Sé una cosa más: que en las guerras quienes pierden son las personas. No quienes mandan. Mientras esperamos las reuniones y sanciones de la comunidad internacional, los ucranianos se preguntan si esto será una guerra relámpago de Putin o se quedará en un incursión "menor" para asegurarse nueva adhesiones a la gran madre Rusia.
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