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Mucho antes de que Fani se inquietara por el resort y de que Isabel Pantoja se cayera de un guindo-helicóptero al formato de Supervivientes iba gente que se exponía sin más a las penurias, personas rocosas que se ponían a prueba. Personajes en potencia que se iban descubriendo con el paso de los días. La selva de los famosos vino a cambiar las reglas.

Hace 19 años, al recuelo de Gran Hermano, Supervivientes (que era un formato antecesor a ese primer reality puro de la casa) aparecía en la parrilla nocturna de Telecinco pero sin la presencia viral ni las ínfulas de ahora. Y las vivencias no eran en directo. La convivencia en la playa no tenía efectos secundarios, era supervivencia, abrasión y agobio. Por tanto en circunstancias donde pesa el hambre y el ahorro de energías los participantes estaban centrados en las calorías y la abstinencia y no en los goces de la reproducción. El edredoning o su variante arenera no aparecían en las agendas de los participantes.

Entre aquellos primeros concursantes tostados al sol y a la exposición cansina de las cámaras, en la segunda edición, figuraba el gaditano Joaquín López El Kaky. Sólo un año antes su paisano Ismael Beiro había contribuido a aupar aún más el incipente fenómeno de Gran Hermano. En Mediaset confiaban en aquel motero para que secundara a su vecino de Loreto, pero las intrigas de los demás lo expulsaron antes de tiempo. Ya por entonces aquel concursante resumía lo que era Supervivientes en esencia: "en la isla no hay ambiente para el sexo. No teníamos música, que hace mucho con el estado de ánimo, porque amansa a las fieras. Y cuando hay hambre el sexo lo olvidas", resumía el gaditano. El reality selvático se orientó al conflicto vivo y a las peleas basadas en enfrentamientos anteriores a la aventura, con la crispación añadida de los del plató.

Hugo Sierra e Ivana Icardi, de la edición actual, están dale que te pego sin pensar en lo hipocalórico de sus dietas. En la era del coronavirus siempre nos quedará tiempo para la ternura y el edredoning.

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