La definición de la RAE es clara: "Manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o de la Administración, que se realiza frente a su domicilio o en algún lugar público al que deba concurrir". El problema es que el escrache virtualmente tiene un carácter puntual y cuando se sucede meses y meses día tras día, como ocurre frente al domicilio del vicepresidente segundo del Gobierno, el noble término importado de Argentina deviene en vulgar acoso. O algo parecido.

Surgió de la mano de las víctimas de la dictadura, para denunciar la impunidad por los indultos a los militares represores que tiraban gente al mar. Recogieron el testigo activistas de izquierda para protestar contra los desahucios. Y ahora se lo han apropiado grupos de extrema derecha.

Una situación inédita por lo prolongada la que sufre el líder de Unidas Podemos. Ningún otro partido ha hecho un referéndum sobre la residencia de su máximo dirigente y los que se manifiestan tan legítima como cansinamente en Galapagar no cuestionan su programa ni sus políticas. Es aversión pura y dura a su persona.

La situación que padecen Iglesias y su familia no tiene nada que ver con el "jarabe democrático de los de abajo" que preconizaba cuando defendía los escraches de la PAH contra miembros del Gobierno de Rajoy mientras se sucedían los desahucios. Sostener o insinuar irresponsablemente que se lo tiene bien merecido es adentrarse en una senda peligrosa.

Los juristas defienden la prevalencia de la libertad de manifestarse y de participación ciudadana y poco puede hacer Iglesias en los tribunales si no sufre coacciones, lesiones, daños o agresiones. Algunos incluso cuestionan que se pueda hablar de acoso porque este tipo penal requiere que se altere gravemente el desarrollo de la vida cotidiana. El acoso continuado está penado con hasta dos años de cárcel. Consiste en la vigilancia o persecución de la víctima, el intento de contacto, el uso indebido de datos personales o el atentar contra su libertad o su patrimonio. Algo de eso hay...

¿Esa gente no tiene nada mejor que hacer con su vida que dedicarse a insultar a una persona que le cae mal día tras día? Lo suyo, más que jarabe, es jarope. Sabe muy mal y ni cura ni aporta nada.

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