Locomotoras caprichosas y capitanes intrépidos

El voleón

Como al niño de la novela de Kipling, a Barça y Madrid les hace falta caerse del yate

09 de agosto 2021 - 01:49

El actual momento del fútbol español tiene cierto paralelismo con la situación del Covid. Cada vez que hay un atisbo de luz para salir de una vez de la pandemia llega alguna noticia de mal agüero que oscurece la esperanza. Hay nubarrones por doquier en plena canícula estival y el último ha sido el nuevo boicot que los dos grandes niños mimados del fútbol español están dispuestos a hacer porque, según ellos, el acuerdo con el CVC hipoteca el futuro de los clubes. Las cigarras vuelven a cantar de forma desabrida, cual chicharras bajo el sol agosteño. Y las hormigas menean las antenas inquietas mientras intentan seguir laborando.

Los 2.700 millones de euros que el fondo centroeuropeo ha prometido a LaLiga tienen la nueva espada de Damocles de Real Madrid y Barcelona sobre su cerviz. No les basta, ante su grandeza de monarcas absolutos que quieren seguir viviendo en el Ancien Regime, el trozo de tarta que les tocará, siempre el más suculento, y siempre insuficiente para su golosa y pantagruélica voracidad.

El colmo es la nueva excusa de Florentino: que el CVC se quede con el 11% de los derechos audiovisuales. Sería mucho mejor que las televisiones volcaran sus inversiones en la aristocrática Superliga para que los grandes señores, como en los tiempos del Zar, repartieran las sobras entre los siervos del padrecito. A Javier Tebas este nuevo acto de rebeldía le sonará como una jacaranda preñada de chicharras a la hora de la siesta.

Aquellas locomotoras a las que alimentó Tebas con el carbón colectivo se le han vuelto dragones que lo arrasan todo y que ahora amenazan con socavar de nuevo todo el sistema del fútbol español. Como a Harvey Cheyne, aquel niño consentido que ideó Rudyard Kipling y que llevó al cine Victor Fleming en la formidable Capitanes intrépidos, a Madrid y Barça les hace falta caerse del yate del padre rico para terminar en un pesquero donde lo educa un pescador con la disciplina de la realidad del mar. A ver qué Manuel el Portugués puede corregir a estos dos malcriados.

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