La ventana
Luis Carlos Peris
La Alameda como oasis
La neuralgia posherpética es una entidad que se suele presentar en pacientes de edad avanzada y/o como consecuencia de una "disminución de las defensas", es debida a la infección aguda por el virus herpes zóster. Se manifiesta por la aparición de vesículas en la piel, limitada al dermatoma inervado por un ganglio sensitivo y dolor radicular unilateral. La neuralgia que se presenta durante la fase aguda suele remitir a la vez que se curan las vesículas. Cuando el dolor persiste a los dos o tres meses de la desaparición de la fase aguda, es cuando se considera la neuralgia posherpética. Esto suele ocurrir en el 5% de los casos.
Estos pacientes suelen presentar síntomas de dolor neuropático con parestesias (sensación de hormigueo), disestesias, alodinia (dolor con el roce de la ropa), dolor quemante y pulsante.
La fisiopatología de la neuralgia posherpética es desconocida. Se produce una reactivación del virus de la varicela, que habría penetrado previamente en las terminaciones nerviosas durante la erupción cutánea y se acantonaría en las neuronas, permaneciendo en estado latente. Al disminuir la respuesta inmune, el virus se reactivaría y ocasionaría una infección con manifestaciones diferentes.
La fase aguda se trata con agentes antivirales (aciclovir, vidarabina, fanciclovir, interferon,…), esteroides orales, analgésicos, vitamina B6-B12 y bloqueo simpático. Este tratamiento no tiene acción preventiva sobre la aparición de la neuralgia poherpética. No obstante, se ha desarrollado una vacuna que puede disminuir el riesgo del herpes zoster en el 50% de los casos, así como la intensidad del dolor acompañante, estando recomendada en personas mayores de 60 años.
Para el tratamiento, se pueden asociar fármacos con diferente mecanismo de acción. Esto permite mejorar el control del dolor y el descanso nocturno, con dosis menores de los mismos y disminuir los efectos secundarios. La primera línea de tratamiento incluye los antidepresivos tricíclicos, los antiepilépticos (pregabalina y gabapentina) y los parches de lidocaína. La segunda línea incluye los opiáceos menores (tramadol) y mayores (oxicodona, morfina, fentanilo transdérmico y tapentadol). Los AINE suelen ser poco efectivos, mientras que los opiáceos pueden ayudar a controlar el dolor en estos pacientes.
La aplicación de un parche de capsaicina al 8% en el área afectada, durante un tiempo de entre 30 y 120 minutos, ha demostrado eficacia en el tratamiento de la neuralgia posherpética.
Es importante individualizar y ajustar el tratamiento a cada paciente, vigilando la aparición de posibles efectos secundarios. Se suelen combinar diferentes pautas terapéuticas, para realizar un tratamiento multimodal del dolor. De esta forma, conseguimos optimizar el alivio del dolor y mejorar la calidad del sueño. Con el tratamiento multidisciplinario es posible conseguir controlar el dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes con neuralgia posherpética.
La doctora Ortega es especialista de la Unidad de Dolor del Hospital Universitario Puerto Real, Cádiz.
También te puede interesar
Lo último