
Tribuna económica
Carmen Pérez
El BCE en Jueves Santo
Dolorosamente es como se quebró la formidable racha triunfal del Betis, pues ocurrió de forma injusta y como más duele, con la desgracia añadida de la lesión de Diego Llorente. Esto hace que el contra todo y contra todos se haga patente una vez más en la vida y milagros del Real Betis Balompié. Dos desaplicaciones defensivas, un celoso escudriñamiento junto a una inhibición del VAR fueron datos añadidos para un final infeliz.
Y lo peor de cuanto le ocurrió al equipo en la tarde del Domingo de Ramos fue la lesión de Diego Llorente que deja el centro de la zaga temblando ante un final de curso que se presagiaba ilusionante, muy ilusionante. Ahora, con sólo dos centrales aptos y que andan con la espada de Damocles de advertencia de suspensión, la película del curso pasado puede bisarse. Con siete partidos de Liga por delante y ni se sabe cuántos de Conference, el panorama es preocupante.
Fue un partido que deja mal recuerdo no sólo por la derrota y menos aún por el rendimiento del equipo. La falta de contundencia defensiva en el gol del empate y el error de colocación de Natan en el golazo de Ayoze marcaron decisivamente un choque en el que sobresalió el gol errado por Isco tras un control majestuoso. Y como apunte positivo, el partido dejó la indudable implicación de Lo Celso que despeja cualquier tipo de dudas sobre su grado de compromiso.
Y en cuanto al papel desarrollado por el VAR a cargo de De Burgos Bengoechea hay que recordar que hizo bien en sacar a relucir su celo escudriñando el derribo de Lo Celso para desdecir al árbitro, también debió mostrar el mismo celo en el derribo a Antony. En fin, que nadie es perfecto y ahí sigue el artilugio haciendo de las suyas, hoy te doy, mañana te quito y el arbitraje en cuarentena, ya que nadie cree ya en el error humano, sino en la manipulación torticera.
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