Ojalá existiera lo de la OTI
La discreción o el arte de desaparecer
No se trata de hacer apología de la discreción como virtud, pues aunque la asociamos a comportamientos modestos, o a pasar desapercibidos, a veces es sólo una necesidad -la de no señalarse demasiado- cuando se está en una situación difícil. Incluso puede ser una forma de astucia y cálculo para conseguir un interés; como la discreción con que se llevan a cabo algunos negocios, o la influencia discreta que se pretende ejercer sobre los políticos. También es parte de la educación, e históricamente aprender a ser discretos le ha valido tanto a la clase alta para distinguirse, como a la baja para sobrevivir. Pero lo que pretende mostrar el filósofo social Pierre Zaoui en su pequeño libro o ensayo largo, es que la discreción no es un rasgo de carácter, y desaparecer puede suponer una experiencia vital. Una imagen tierna de la discreción y el apartamiento es cuando vemos a una persona querida, las hijas, los nietos, sin que nos vean; estamos ahí pero no interferimos en sus espacios de intimidad y libertad. Porque si hacerse discreto es retirarse, renunciar a cualquier voluntad de influencia o poder, debe ser sólo en un momento adecuado y para dejar que otros desarrollen sus iniciativas y su vida.
Sin embargo, la discreción nunca puede suponer la renuncia a participar en conflictos, esperando que se arreglen solos o los arreglen otros. Las grandes empresas, asociaciones empresariales, sindicatos, ante el problema de Cataluña, se han limitado a pedir diálogo; y es verdad que la prudencia aconseja al empresario y a los sindicatos permanecer en el ámbito estratégico y operativo de la producción, por lo que parece razonable que se exija una solución política. Por otra parte, ni la economía ni las inversiones se han resentido hasta ahora; los vínculos dentro de España y Europa son fuertes y los flujos financieros muy intensos; las realidades económicas son tan poderosas que los empresarios no deberían temer al poder político, en un sistema democrático de verdad. Los directivos de grandes empresas norteamericanas - farmacia, tecnologías, comercio- han llegado a abandonar el consejo asesor, dejándolo vacío, del poderoso Presidente de Estados Unidos, ante lo que entendían era una insensibilidad formal y verbal hacia derechos civiles. Este tipo de gestos empresariales en Cataluña y en España, salvo alguna excepción, han desaparecido en una errónea discreción respecto a los asuntos públicos. Ante acciones tan descabelladas que sacan el problema de cualquier posible debate político, se necesitan respuestas sociales para evitar que los que dicen querer asumir todas las responsabilidades tomen en realidad todo el poder. Seguramente no ocurrirá nada que ponga en riesgo la actividad empresarial, pero hay un daño ya hecho por la división profunda que este proceso ha provocado en la sociedad catalana; y también en la española, donde muy pocos han usado de la discreción para, desde la distancia, tratar de comprender el problema, y han caído de inmediato en el chiste fácil, el lugar común, el dato torcido, el argumento sesgado, que es lo mismo que se ha fomentado en la sociedad catalana durante décadas.
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