La exigencia como aval de entendido

Inmerso en el trajín de ese tobogán que es la feria taurina con dos semanas de aposentarnos cada tarde en el templo del Baratillo he de decir y digo que resulta curioso ver y leer cómo los egos salen a relucir. Y así se comprueba cómo se dan pisto los objetores de orejas y los analistas que ven anovillados todos los toros que salen de chiqueros. Incluso toros con cinco años y seis yerbas son anatematizados por estos analistas que hacen de la exacerbada exigencia el salvoconducto con el que lograr el cartel de entendido. Cada oreja concedida la ven como una puñalada y ay del torero que no sea de la cuerda, que ya puede estar como Chicuelo con Corchaíto que no logra la aprobación del exigente. No es un mal de hogaño, pues siempre me chocó la importancia que se dan algunos mediante una impostada exigencia.