Análisis

Andrés Fernández Grande

La fuente de Mercurio de la plaza de San Francisco de Sevilla

El autor, profesor de instituto jubilado, desgrana la historia de la fuente desde el siglo XVI

Imagen de archivo de la fuente de Mercurio.
Imagen de archivo de la fuente de Mercurio. / D. S.

21 de julio 2022 - 05:02

EN la plaza de San Francisco de Sevilla, contaba el cronista Luis de Peraza que antes se vendía pan, carne, pescado y hortalizas, pero desde el siglo XVI, cuando Sevilla se convirtió en el puerto de América, la función mercantil fue sustituida por la institucional. A partir de entonces, la plaza pasó a ser el “foro cívico de Sevilla”, sede de las instituciones del poder y la justicia, como el Ayuntamiento, la Real Audiencia y la Cárcel Real. Ha sido testigo de los más notables sucesos como los Autos de Fe, ejecuciones, toros y cañas, procesiones religiosas o fiestas reales, y también ha sido retratada por todo tipo de artistas de distintas épocas.

En el “siglo de oro” del comercio sevillano, el Cabildo municipal decidió sustituir el modesto pilar de agua, que existía allí desde tiempos del rey Alfonso X, por una fuente que diera realce a la plaza y la siguiera surtiendo del agua, que desde los Caños de Carmona pasaba por el Alcázar. Esta fuente la realizó en 1578 el arquitecto Asensio de Maeda, junto al escultor Diego Pesquera y el fundidor Bartolomé Morel, que habían realizado ya tres fuentes para la nueva Alameda de Hércules (reformada por el asistente Conde de Barajas), un Mercurio para el Alcázar de Pesquera, así como el Giraldillo por parte de Morel. Esta fuente exenta de Maeda, que se basó en otras renacentistas italianas adornadas con esculturas mitológicas, eligió la figura de Mercurio, dios romano basado en el Hermes griego. Pero no era Mercurio con el tradicional caduceo únicamente, sino que también portaba una espada en su mano derecha: era un Mercurio Argífontes, el matador de Argos.

La leyenda que aparece en Las Metamorfosis de Ovidio cuenta que Júpiter mandó a Mercurio matar a Argos, el gigante de los mil ojos que nunca dormía, para liberar a la amada de Júpiter. El mito, pintado por Velázquez y Rubens, se interpretaba como una llamada a la cautela ante los placeres terrenales que adormecen la razón. Por otra parte, según el profesor Lleó Cañal, en Sevilla “la intención simbólica era que este Mercurio armado, destinado al centro administrativo y judicial de la ciudad, sirviera de advertencia a todos aquellos que se alejaran de la justicia”.

Posteriormente, los muchos eventos que acogía la plaza de San Francisco dañaron la fuente, y esta tuvo que ser restaurada por Sánchez Falconete en 1665. En 1712, según Justino Matute, debido a una protesta por la falta de agua en la ciudad, la fuente fue atacada y se rompió el pilón, por lo que se tuvo que erigir una nueva obra realizada por el maestro cantero burgalés Juan Fernández Iglesias. El Mercurio original también se dañó, y fue sustituido por una copia, que es el que se sitúa actualmente en la plaza.

En 1850, el Mercurio de la fuente de la plaza de San Francisco se llevó a los Jardines de las Delicias, y fue sustituido por la figura de un cisne. La fuente pasó entonces a conocerse como “la pila del pato”, y en 1885 fue trasladada a la Alameda de Hércules. Desde ese momento, la plaza se quedó sin fuente con el objetivo de no obstaculizar el tránsito de los coches de caballos y los nuevos tranvías de mulas. La estatua de Mercurio estuvo también en la Casa de los Pinelo, y luego en el Alcázar.

En 1974, el Ayuntamiento de Sevilla, en un proyecto de mejora de la Plaza de San Francisco, decide reponer la fuente, y para ello acudió al arquitecto Rafael Manzano, que era director del Alcázar. Éste presentó una fuente clasicista de mármol blanco, con taza circular sobre unas gradas, un pilar decorado con veneras y cuatro mascarones, cuyas bocas hacen de surtidores.

Respecto a la estatua del Mercurio dieciochesca, con los traslados había sufrido algunos daños y había perdido la espada. Se le propuso hacerla a mi padre, Manuel Fernández, quien tenía un taller artesano de armas antiguas y, además, era ferroviario del depósito-taller de Renfe en San Jerónimo, al igual que otro tío mío que trabajó en la restauración del Giraldillo. Mi recuerdo de joven es ver en el taller familiar cómo se patinaba esa espada para envejecerla con ácido nítrico diluido y soplete.

La nueva fuente de Mercurio se inauguró el 13 de octubre de 1977, con la asistencia de un numeroso público y del presidente de México, José López Portillo, que se encontraba de visita oficial en Sevilla por los festejos de la Hispanidad.

Sevilla había recuperado su fuente, un valioso monumento de su patrimonio histórico y artístico.

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