La noche oscurece entre lamentos penitentes y grilletes de procesiones cautivas y heridas. La Cruz de Guía queda quieta en el templo de la rabia y la resignación. Las túnicas nazarenas cuelgan pacientes en el corazón de las ilusiones rotas, desvalidas, pero los ojos de Sevilla no se cierran, se aferran y deliran, despiertos con la salida triunfal. La que todos llevamos eternamente en el seo bendito de nuestros corazones. Cada cual tiene una estampa diferente, un rincón exclusivo, una fragancia única, una marcha preferida, una calle sublime, una plazuela especial… Sevilla sabe elegirse como la Pasión y la Esperanza del pueblo de la Tierra de María.

Porque Sevilla es nazarena con sus barrios, Triana, El Porvenir y San Bernardo, San Roque, Tiro Línea y el Tardón, el Cerro, San Vicente y San Lorenzo, San Pablo y el Divino Salvador. Porque Sevilla es costalera en San Esteban, Nervión, la calle Feria y Macarena, Zurraque, San Antonio y Arenal, la Alfalfa, Torreblanca y Magdalena, Museo, San Martin y San Julián… Y porque Sevilla es la Inmaculada, por los Reyes, Coronada en la Santa Catedral y Encarnación Soberana del Barrio de la Calzá. Sevilla es única, señera, paradigmática… Martillo de costales, levantá de Arco, chicotá gitana, danza de fervores, sueños de flores, Sevilla es singular, excepcional, mágica. ¡Al cielo con Ella!

¡Que nadie duerma, que llega la sinfonía de la mayor cofradía que el mundo pudo soñar! Sevilla en procesión de penitencia, por los siglos de los siglos. ¡Que nadie duerma! ¡Qué suenen los tambores de bienaventuranza, noche de Estrella, de Hiniesta bella, Soledad, Dolores, Piedad y oraciones de amor y Esperanza! Sevilla tiene el Gran Poder de ver a Dios, al despertar, andar por nuestras calles con su Cruz y la pasión de la ciudad.

¡Que nadie duerma, que la Giralda reza en silencio, sueños de incienso, Ave María!

Sevilla tiene el Gran Poder de ver a Dios, al despertar, andar entre oraciones, luces nazarenas, marchas costaleras, y al alba vencerá, vencerá, vencerá amando a Dios.

¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma! ¡Salve, Sevilla!