
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Los sindicatos del siglo XXI
Estábamos en el corazón del invierno, pero la noche parecía como fuera de contexto, con una temperatura rayana en lo confortable y los veladores con lista de espera. Era una noche de viernes en San Lorenzo con la arboleda quieta, como pinturas de un cuadro parecido a una ensoñación. Noche de viernes en San Lorenzo, con la Casa del Señor ya cerrada tras el ajetreo de todo viernes y las diez campanadas que nos recordaban en qué hora vivíamos eran como una banda sonora perfecta, el sonido que demandaba tal estado de cosas en una vivencia como producto de un sueño. Pero si el sueño es irreal, la noche era un baño de hermosa realidad bajo las estrellas de un viernes más, de un viernes menos, de cómo el Paraíso debe ser sólo el remedo de una noche de invierno en calma en San Lorenzo, ni más ni menos.
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