La ventana
Luis Carlos Peris
Sevilla, una Venecia del interior
Se acuerdan ustedes de la radionovela Lucecita? Sí hombre,esa en la que llamaban a la protagonista a gritos. Lucecitaaaaaa. Bueno es igual, lo mismo ni habían nacido. Son mis primeros recuerdos de una radio que ya entonces transmitía emociones. Entonces ni imaginaba que,un día, yo iba a tener la osadía de poder emocionar a la gente con algo tan complicado como es contar la Semana Santa. Debuté en Antena Médica "¿Antena qué?", me preguntó un sorprendido Bertín Osborne. Antena Médica repetí con orgullo y cierto tono desafiante (por cierto, la entrevista no se grabó. Le dí al botón equivocado) Y hasta hoy.¡Ha llovido tanto! Huy, perdón, utilizaré otro símil, ¡Ha pasado tanto tiempo! Pero saben, fueron los años más bonitos de mi profesión. Aquí comencé a contar por primera vez la Semana Santa. Desde el primer momento lo tuve claro; me dije: Charo, debes observarlo todo. Porque todo vale. La madre apretando la mano de su hijo vestido de nazareno, el músico haciendo boca, el balcón que prepara la petalada, los novios que entrenan su primera Semana Santa. Míralo bien, siéntelo y luego intenta contarlo. Un año, no hace mucho, conocí a una mujer muy especial. Ya tenía una edad. Había venido en autobús desde Córdoba a ver los pasos y a intentar conocerme. Yo estaba en un balcón de Placentines. Bajé. Vestía de forma sencilla. Llevaba una bolsa de plástico donde guardaba el resto de un bocadillo que le había servido de almuerzo. Alguien le prestó el dinero para el autobús. Lo sé porque me lo contó. Me cogió de las manos y me dio las gracias. Me dijo que mi voz le había hecho recordar su infancia en Sevilla, que sentía cada salida o entrada de un paso como si estuviera allí y que le llegaba hasta el olor del incienso. "Gracias, gracias" me repetía. Yo la miré con lágrimas en los ojos. Y no supe qué decir. La bulla nos separó. La busqué. Sentía que era yo la que tenía que darle las gracias. No la volví a ver más. Cuando retransmito, muchas veces me acuerdo de ella. La radio, la que te susurra al oído en las noches de Semana Santa, la que te lleva de la mano a la delantera de un paso, la que te hace oler el incienso. La radio. Sonidos. La voz. Esa voz.
También te puede interesar
Lo último