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La indignación es tal que se ha extendido intramuros de Ferraz y algunos dirigentes socialistas dicen estar buscando remedios para las náuseas y los vómitos que les produce ir del brazo de Arnaldo Otegi.

No es para menos. La izquierda abertzale siempre se ha negado y se negará a condenar el terrorismo de ETA. Tuvo la oportunidad de acabar con el terrorismo en las conversaciones de Argel (marzo del 89)... y ésta tardó casi 30 años (mayo de 2018) en disolverse...

La organización terrorista ya es pasado pero sigue rellenando el presente de dolor. Sus víctimas directas nunca deben caer en el olvido y se suceden los homenajes en su memoria. A veces se suman a ellos miembros de la izquierda abertzale, un gesto que combina con calurosos recibimientos a los etarras excarcelados para escarnio de esas mismas víctimas a las que cínicamente da consuelo...

Bildu es un partido legal que en sus estatutos rechaza la violencia. Pero su falta de sincera autocrítica por su pasada complicidad con la extinta ETA dificulta su plena homologación democrática. Por eso sorprendió el pacto inédito de Bildu con el PSOE y Podemos para derogar la reforma laboral a cambio de su abstención en la votación de la prórroga del estado de alarma el pasado mayo. O los acuerdos en Navarra. O el protagonismo de Otegi en la negociación en curso de los Presupuestos...

Y Pablo Casado pone el grito en el cielo porque Sánchez pacta con los que siguen sin condenar a ETA... El líder del PP sin embargo no tiene empacho en pactar y gobernar con los que tampoco condenan otro sangriento eructo de la historia española como el franquismo.

Nadie se puede saltar su sombra, ni Otegi ni Abascal. Si acaso el contorsionista por excelencia, don Pedro Sánchez, que pone velas a dios y al diablo (Cs y ERC-Bildu) con tal de seguir dándonos la misa y repicando con quien haga falta...

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