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Rogelio Velasco

Adelgazar para ser viable

Si el proceso de reestructuración tiene éxito, Abengoa será más pequeña pero también tendrá más garantía de futuro tanto desde el punto de vista financiero como operativo

Desde que el valor de las acciones de la compañía, con sede central en Sevilla, alcanzó en septiembre del año pasado un valor de 4,5 euros, su cotización ha estado sometida a unos vaivenes como si se tratara de una montaña rusa.

Era entonces una de las estrellas del Íbex, habiendo duplicado su valor en un año. Dos meses más tarde, sin embargo, la cotización se redujo en un 35%, llegando a perder el 60% en la cotización intradía el 14 de noviembre. La elevada deuda de 13.000 millones de euros y los rumores y comentarios sobre los problemas técnicos que se estaban produciendo en algunos de sus proyectos en EEUU, eran las causas que motivaron esa retirada de los inversores.

Para intentar salvar la situación, la matriz española vendió -para aumentar su tesorería y tener la opción de reducir deuda- activos a su filial Abengoa Yield, que cotiza en el Nasdaq de Nueva York.

Como estas medidas no eran suficientes para reducir el endeudamiento hasta niveles aceptables para el mercado, constituyó una joint-venture con el fondo estadounidense EIG, quedando como partícipe minoritario. Con esta decisión, Abengoa lograba desconsolidar deuda y reducir su riesgo financiero. El mercado reaccionó positivamente y la acción pasó de cotizar 1,8 a 2,8 euros en solo unos días.

Otras decisiones posteriores tomadas en la primavera de este año perseguían igualmente la reducción del riesgo financiero, entre las que destacan la recompra de bonos por unos 200 millones de euros, que se habían emitido al elevado tipo de interés del 6,25%. La acción continuó reaccionando positivamente y alcanzó los 3,25 euros.

Sin embargo, entre los meses de mayo y julio, se producen unas noticias que afectaron muy negativamente a la compañía. El consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, dimite, alegando motivos personales de salud. Pocos días después, es fichado por uno de los fondos de inversión mayores del mundo, BlackRock, para dirigir sus operaciones en América Latina. Abengoa, además, vende parte de su participación en la compañía hermana con sede en EEUU, Abengoa Yield. Adicionalmente, vende la autocartera que tenía en su poder del 4,17%.

Estas últimas decisiones continúan persiguiendo el objetivo de reducir deuda. No fue considerado suficiente por el mercado. En los últimos días de julio y primeros de agosto pasados, los temores del mercado por la elevada deuda le pasan factura y la cotización cae en solo unos días de 2,8 a 1,04 euros. Días más tarde vuelve a caer hasta los 0,77 euros por acción. Los objetivos de cash-flow que presentó la compañía de 600-800 millones de euros y de múltiplos de deuda (Deuda/Ebitda) que han pasado a 1,9 desde el 1,2 anterior terminaron por activar órdenes de venta generalizadas en el mercado de valores.

A falta de mayores detalles técnicos, la ampliación de capital anunciada por valor de 650 millones de euros tiene naturalmente como objetivo reforzar la capitalización de la empresa y reducir el riesgo financiero, en un intento de darle estabilidad y que pueda remontar la situación. Un grupo de bancos -Santander, HSBC y Credit Agricole- se han comprometido a garantizar 465 millones del total de 650 de ampliación de capital. El resto, 185 millones, será aportado por el fondo Waddell&Reed Investment Management, 65 millones y el fondo de la familia Benjumea, Inversión Corporativa, que invertirá 120 millones.

El acuerdo con los bancos está sometido a varias condiciones, principalmente un plan de desinversiones que permita reducir sustancialmente la deuda y hacer financieramente viable a la compañía. Además, como se ha conocido, Javier Benjumea dejará la presidencia de la empresa y el fondo familiar no podrá tener más del 40% de los derechos de votos.

El plan de desinversiones va a obligar a la multinacional a vender un grupo de activos, dentro y fuera de España, plantas de bioetanol, centrales de ciclo combinado, plantas solares y otros activos de tipo concesional.

Si el proceso de reestructuración tiene éxito, al final aparecerá una Abengoa más pequeña pero financiera y operativamente viable. Pero habrá que esperar quizás un año, hasta ver cuánta deuda se ha reducido y cuánto Ebitda es capaz de generar para asegurar su viabilidad.

No es fácil, en todo caso, ni el análisis sobre sus actividades actuales ni una previsión sobre su futuro. Una compañía que opera en sectores tan diversos como energía solar, almacenamiento energético, líneas de transmisión, desalación y tratamiento de agua, bioenergía e ingeniería y construcción, desborda las capacidades de análisis incluso de buenos analistas. Este ha sido, dicho sea para finalizar, uno de los motivos, en muchos momentos, de la venta de sus acciones por el mercado: no entender bien y completamente, la situación operativa y financiera de la empresa.

Esperemos que con los cambios que se avecinan en la dirección y en el consejo, una mayor transparencia ayude a que la empresa andaluza -que admirablemente vende fuera de España el 80% de su facturación- remonte y se capaz de superar esta crisis.

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