Miguel ángel loma

Abogado

Amenaza 'feministra' sobre la tuna

No sé cómo será en otros lugares, pero en Sevilla la vigilia de la Inmaculada constituye la noche festiva de las tunas; que además suele reunir a diferentes generaciones de tunos en jaraneras y bulliciosas cenas de hermandad. Encuentros que, en los más viejos, provocan un indisimulado cóctel molotov de sentimientos por los múltiples recuerdos y añoranzas de unos años y unos compañeros que nunca volverán. Esta razón, junto a la imposibilidad física de poder embutirnos en un traje de medidas caducadas hace décadas, son ya suficientes para excusar la presencia de muchos antiguos tunos en dichas cenas que culminarán en el consabido pasacalles con destino a la Plaza del Triunfo, para rendir la obligada ronda a la Inmaculada.

Pero además este año, respecto a la cena de la Tuna de Derecho de la Universidad de Sevilla, a la que tuve el honor de pertenecer allá por los finales de los setenta y principios de los ochenta del pasado siglo, cabría añadir otra excusa. Y es que se anunciaba en la invitación oficial la presencia de doña Pilar Llop, ministra de Justicia, a la que se entregaría el premio Memorial Carlos Baras, en representación de dicho ministerio, "cuyos actos y aportaciones han contribuido considerablemente al prestigio y continuidad de la Tuna de Derecho de Sevilla".

Ignoro si el valor de los mencionados "actos y aportaciones" que se premian justificaban la presencia de toda una ministra en una noche tan especial y propia de la tuna, pero observando la obsesión intervencionista del Gobierno de Pedro Sánchez, por invadir, ocupar y transformar a su gusto todo tipo de espacios públicos y privados, no es ocioso sospechar que la aparición de la señora Llop constituyera una maniobra de avanzadilla y recolección de pruebas, para el posterior desembarco en el ámbito tunante, de su colega doña Irene Montero, junto a doña Pam y el resto de la banda de la tarta, con objeto de modificar de cabo a rabo (con perdón) una institución tan ancestralmente machirula como es la Tuna. Mediante sustanciales reformas, comenzarían eliminando eso tan facha y antilaico como es cantarle a la Inmaculada; para pasar luego a cambiar las letras de todas las canciones e imponer un nuevo cancionero de contenido feminista progresista, ampliando las rondas no sólo a mujeres (ejemplo insoportable de exultante macromachismo), sino también a personas de todos los géneros habidos y por haber. Una ampliación que por supuesto habría de aplicarse a la composición de las filas de la propia tuna. De este modo, la tuna quedaría redimida de todo vestigio machirulo y permanentemente abierta a todos, todas y todes. ¡Advertidos estáis, compañeros, del grave riesgo que corréis al invitar a la ministra!

PD: Durante el período en que pertenecí a la Tuna de Derecho, tiempo de efervescente politización universitaria donde casi nadie coincidía ideológicamente con quien cantaba a su lado, no recuerdo que nunca tuviéramos ningún encontronazo entre nosotros por diferencias políticas, ni que nos viésemos obligados a invitar a autoridad política del signo que fuere en nuestras cenas. Quizás porque tampoco los necesitábamos para nuestro prestigio y continuidad… Aquella era una tuna bastante pobre materialmente, donde brillaba con voz y creatividad musical propia, Carlos Baras: un tipo magnífico, sumamente amable y de permanente sonrisa, que nos arrebató muy tempranamente un cáncer hace ya tres años, pero que sigue viviendo en la tuna a través de sus canciones. ¡Grande, Carlos!

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