¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La revolución del pesebre
BUSCADORES de fantasmas (Ghost adventures) es un programa de buena producción que ofrece lo que promete: un rato entretenido en el que, sin darse uno apenas cuenta, no ha separado la mirada ni un instante de la pantalla a la espera de ver volar algún objeto o escuchar voces que provengan de ultratumba. A partir de aquí no puedo decir nada más positivo de este docurreality estadounidense de pura cepa emitido por primera vez el 17 de octubre de 2008 en el canal Travel Channel. En España lo ofrece la cadena Xplora.
Protagonizado por Zak Bagans, Nick Groff y Aaron Goodwin, el equipo de cazafantasmas lo componen tres norteamericanos de buena planta que dedican su tiempo a investigar los fenómenos paranormales más increíbles y temibles del mundo. Zak Bagans, el presentador, comienza cada capítulo con una visita al lugar que van a investigar e introduciendo a la audiencia en los oscuros fenómenos que prevén encontrarse. Los parapsicólogos entrevistan a una serie de testigos presenciales de los fenómenos y posteriormente marcan con una equis aquellas zonas en las que hay mayor actividad sospechosa. A partir de ahí, cualquier cosa puede aparecer frente a las cámaras.
Una vez instalados todos los equipos, el trío pasa la noche encerrado a la espera de que se manifiesten los espíritus, ya sea mediante psicofonías, termómetros digitales o campos electromagnéticos. Seguramente uno de los aspectos más controvertidos del programa es el método de Zak Bagans para comunicarse con los entes, con los que no duda en llegar a la agresión verbal con tal de que den vidilla al programa. Por esta razón, el televisivo ha sido calificado por los entendidos en la materia de irrespetuoso con los fantasmas. Si es que a un fantasma se le puede ofender, claro. En respuesta a las críticas, Bagans asegura que respeta el más allá y que sólo provoca a las entidades demoníacas con el objetivo de recibir alguna respuesta. A mi parecer, los espectadores tienen otro motivo con él para engancharse a este espacio: ver cuándo y cómo se lleva una paliza este cazafantasmas de actitud chulesca. Hasta ahora sobrevive.
Esa continua sensación de que todo lo que estoy viendo, a pesar de ser formidable técnicamente, es un verdadero engaño me impide disfrutar de uno sólo de los episodios de Buscadores de fantasmas. Como todos los misterios sin resolver, el tema de los espíritus me atrae irremediablemente. Pero prefiero mil veces a Iker Jiménez y a sus caras de intriga en Cuarto Milenio antes que tragarme una americanada de tres frikis que entretiene, sí, pero no me convence en absoluto. Y lo que es peor: no me da nada de miedo.
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