Andalucía conservadora

A pesar de sus muchos errores, el PSOE andaluz ha sido lo más parecido a un partido transversal

14 de octubre 2018 - 02:31

Desde aquel lejano 2012 en el que Javier Arenas se retiró de la primera fila de la política andaluza tras tocar con la punta de los dedos las puertas del Palacio de San Telmo, la derecha está huérfana de un liderazgo capaz de contagiar la ilusión necesaria para ganar unas elecciones en un territorio con tantas inercias y, en el fondo, tan conservador como Andalucía. En los tiempos que corren esa orfandad resta muchas posibilidades al Partido Popular que, consulta tras consulta, es incapaz de construir un mensaje que cale entre los que en principio podrían ser más receptivos, tanto desde el punto de vista sociológico como desde el económico. Este es un fenómeno que les afecta sobre todo en las elecciones autonómicas y que no se repite con la misma intensidad, afortunadamente para ellos, ni en las municipales ni en las generales.

El problema no estriba tanto en la propia personalidad del candidato, que también influye, sino en la debilidad de los mensajes que se construyen y el tremendo espacio que se le deja libre a la izquierda tibia, muy alejada de los principios más o menos radicales que sustentarían Podemos e Izquierda Unida, que pueden representar ahora mismo Susana Díaz y el PSOE andaluz.

Hace poco Susana Díaz mantuvo un encuentro con un algunos de los más destacados empresarios de la región. En esa reunión, distendida y en el que se pudo hablar de todo, quedó claro que la presidenta andaluza se mueve con comodidad en ese ambiente y, también, que esa comodidad es recíproca. Dicho de otra forma: la clase empresarial que teóricamente debería estar deseando la salida de los socialistas del poder no da muestras de desesperación, sino más bien todo lo contrario. Ni el PP actual parece movilizar grandes expectativas de cambio en ese sector ni su competidor en el espacio ideológico que deja libre el PSOE, Ciudadanos, parece haber llegado para llenar ese hueco.

Esta es una de las realidades, junto con otras varias, que conforman la peculiaridad política andaluza, que ha hecho que se hayan superado ya las tres décadas de gobierno de un mismo partido y que si no cambian mucho las cosas se puedan cumplir las cuatro. A pesar de muchos errores -el tener a dos ex presidentes de la Junta sentados ahora en el banquillo es todo un símbolo de lo mal que se pueden hacer las cosas-, el PSOE ha sido en Andalucía lo más parecido a un partido transversal, soportado por un espectro muy amplio de la población. Presidentes como Chaves o Susana Díaz han contribuido a ello. Pero la colaboración mayor ha sido la incapacidad del PP de construir una alternativa que convenciera a los suyos. Y así están.

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