Visto y Oído

Antonio / Sempere

Aramayona

UNO no puede haber visto el último capítulo de Tabú, en el canal #0, dedicado al suicidio del profesor Antonio Aramayona, después hacer zapping como si no hubiese pasado nada y mirar hacia otra parte. Estamos hablando a fin de cuentas de televisión relevante, con poso y capacidad de influencia. Aunque sólo lo viésemos 40.000 espectadores. El 5º y último capítulo de Tabú es la crónica de una muerte anunciada, la de Antonio Aramayona, que se suicidó el 4 de julio de 2016, y cuyo acto de despedida con el que concluye el programa se desarrolló dos semanas después. El equipo del programa de Sistiaga siguió al docente, firme activista por la causa de la muerte digna, durante sus últimas semanas, que aprovechó para despedirse de sus amigos.

El documental no tiene desperdicio. Y desde luego que no es maniqueo porque argumenta muy bien a favor y en contra de la postura del protagonista, con la que me posiciono personalmente y con la que comulgo al 100%. Pero pese a que se me pueda tildar de prosaico, a lo largo de estos 60 minutos de televisión heroica con la que lloré, sentí, pensé y me transformé, observando a Antonio Aramayona no dejaba de pensar en lo que cuesta vivir. Literalmente. Todo lo que cupo en esa hora de televisión, cuesta un dinero que muchos, de llegar a la situación del profesor, no tenemos. El lavavajillas que dispara la factura del agua. Un pisazo impoluto que alguien debe limpiar a tanto la hora. Unos viajes en AVE de Zaragoza a Barcelona imposibles de asumir con una prestación mínima. Unas cenas en restaurantes carísimos a base de chuletón imposibles de pagar para millones de españoles.

Sí, viendo a Aramayona pensé mucho en lo que ayudan los duelos con pan. A otros Antonios, cuando nos llegue la enfermedad, no nos quedará otra opción. Caso de apostar por seguir viviendo, no tendremos entonces ni para el lavavajillas.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios