La lluvia en Sevilla

Arte urbano

La noticia no es que el arte esté vivo en las calles de Sevilla, sino que aún no haya muerto

Hay quienes, así, al bulto y muy enfurruñados, despotrican de cualquier intervención artística en las calles que no esté reglada, autorizada, institucionalizada y hasta bendecida, si hace falta. Llaman a todo grafiti, y a cualquiera, perroflauta. En el otro lado del cuadrilátero están quienes tampoco distinguen entre esas pintadas frenéticas que consisten en firmar paredes -la fiebre de autoría ataca hasta al más anónimo- y una pintura al fresco de varias giornatas; en este caso porque todo les parece válido. Entre los unos y los otros, y ajeno a ambos, el arte urbano sigue su cauce callejero. En muchos casos pasa desapercibido para los medios, que andan a otra cosa. Sin embargo, en los últimos días he podido leer varias noticias que dan cuenta de intervenciones artísticas en las calles de Sevilla, como la minigalería que el pintaor Patricio Hidalgo hizo ya hace algún tiempo en un cajetín de la luz de la calle San Luis, y que por muy chica que ésta sea no pasa desapercibida a quien camina despacio, como tampoco pasamos de largo ante la que el mismo artista morisco montó junto a Libros de la Herida en el escaparate del desavío La Clementina, o la acción titulada arranquismo, realizada hace poco con motivo de la expo Dibujos Flamencos. También han salido en los papeles las pegatinas de @jonzioman que pueden seguirse por el centro de Sevilla. En estos días, las divulgadoras de @unbuendiaensevilla, que tienen muy buen ojo, nos mostraban el mural efímero de otro artista, @mr.difuz, en la fachada de Áhê Taller, en la calle Sol.

La noticia no es que el arte esté vivo en las calles de Sevilla, pues siempre lo ha estado, la noticia es que aún no haya muerto, o mejor dicho, no lo hayan matado a base de la lenta administración de la muerte que inocula un modus vivendi cada vez más despersonalizado, acrítico, individualista y lleno de prisas. La vitalidad creativa de Sevilla resiste, y señal de ello también son las intervenciones artísticas en el espacio público. No hablo sólo de arte plástico. Por poner sólo algunos ejemplos, el colectivo VulgarisArte no la lio parda, sino de colores con muchas de sus performances e instalaciones que enredaron barrio y arte contemporáneo; Aina Libe ha inundado de poesía escaparates, fachadas y farolas, o las recetas urbanas de Cirugeda, desde los 90, abrieron los espacios alegales de Sevilla a la posibilidad y lo colectivo. Por los rincones de la ciudad es posible además olisquear pistas de por dónde se comparte cultura. En un callejón perdido entre Febo y Esperanza de Triana, una balda con libros sin dueño en plena calle nos hace pensar que no muy lejos se agazapan ciertos adictos a la lectura queriéndonos hacer caer en su mismo vicio. Sólo hace falta abrir los ojos para ver que la acción cultural y artística brotada del genio creativo nos acompaña, a pesar de los pesares.

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