Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado.

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. / Mariscal / Efe

Está lanzada, ebria de inspiración y de confianza, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha ido ganando rédito como principal adversaria del Gobierno de coalición al compás de la crisis sanitaria con sus temerarias recetas de puertas abiertas, siempre a contracorriente de las de Moncloa, incluso eclipsando por momentos a independentistas vascos y catalanes con sus exigencias de mayor autonomía durante el estado de alarma, en un pulso interminable con Pedro Sánchez que le sirve para construir un perfil duro, tanto que hasta le está comiendo la merienda electoral a la ultraderecha.

Su jefe lleva meses marcando distancias con ésta y dinamitó casi todos los puentes (salvo los del poder, el andamiaje de los gobiernos de Andalucía, Murcia y Madrid nunca peligró) durante la estrafalaria moción de censura del pasado octubre contra Pedro Sánchez. “Hasta aquí hemos llegado (…) O Vox o España”, dijo entonces Pablo Casado ante su atónito ex amigo Santiago Abascal. “Yo sí di un paso adelante, y no daré ninguno atrás. Usted y yo debemos ensanchar el espacio de la moderación y hacerlo tan grande como para que los dos podamos ganar dentro de él. Yo ya hice mi parte”, insistió Casado ante Sánchez.

Pero el camino por el centro que se está marcando Casado se compadece muy mal con los derroteros que está tomando la cita ante las urnas del 4 de mayo en Madrid, la joya de la corona de Génova, que de poco más poder territorial puede presumir más allá de la Puerta del Sol y al sur de Despeñaperros.

El líder del PP está asumiendo a marchas forzadas el relato hiperbólico y dicotómico de Díaz Ayuso, que moviliza a su electorado a golpe de disyuntivas como “comunismo o libertad”. La libresca candidata del PP a la reelección aseguró ayer que “al PSOE, Podemos lo ha extremado hasta dejarlo irreconocible para los mismos socialistas históricos”. “Ahora es un PSOE refugio de golpistas y batasunos, de okupas y bolivarianos”, declamó.

Casado estuvo de acuerdo con Ayuso en adelantar las elecciones en Madrid como reacción a la moción de censura de Cs en Murcia para arrebatar al PP el poder. Pero la operación tiene riesgos para los populares. Si Ayuso no revalidara el Gobierno, malo, pero si lo gana puede ser peor... para Casado, pues el PP tendría que echarse probablemente en brazos de Vox.

Ayuso coquetea con los mensajes de Vox. “Si te llaman fascista sabes que lo estás haciendo bien”, dice. Ningunea a Gabilondo y sólo se dirige a Sánchez, que entra al trapo “Libertad es todo menos el desmadre de hacer circular el virus”, afirma él sobre ella. Otra clave que marcará el 4-M: la incidencia de la pandemia tras las temerarias recetas de esa pretendida dama de hierro de discurso inconsútil que prioriza la economía sobre la salud.

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