Conversar con Manuel Pellegrini debe tener impronta más que suficiente para que sea como un máster en fútbol de alta escuela. Es la sensación que daba empapándonos de la extensa y jugosa entrevista que ayer vio la luz en estos papeles. Si ya el día anterior en la competencia, Antonio Cordón le adjudicaba el noventa por ciento del éxito de la gestión, ayer se confirmaba leyendo con detenimiento lo que el ingeniero chileno desgranaba.

Desconozco qué será lo que depare el paso del tiempo, pero sólo escucharle da pie a la esperanza de que lo que lo que haya de venir será bueno. Decía en su charla Pellegrini que cuando un plantel mira a su entrenador ha de verle como un ser capacitado para que el programa salga adelante. Dar la sensación de que el hombre sabe lo que quiere y cómo conseguirlo y un servidor añadiría que ser especialista en no meterse en charcos gratuitos y habitualmente nefastos.

Indudablemente, la contratación de Manuel Pellegrini se ha constituido ya en la mejor gestión realizada por la cúpula dirigente. Con el chileno en escena, incluso se ha atenuado la belicosidad que emponzoñaba el día a día del Real Betis Balompié. Y con su personalidad ha hecho de parapeto a cuantos ataques padecía el club de las trece barras con corona. ¿Cuánto dudará esta especie de luna de miel entre los béticos? Creo que el tiempo que dure la era Pellegrini.

Ha logrado insuflarle competitividad a un camerino que tenía el mañana será otro día como filosofía de vida. Dice Antonio Cordón que el Betis es un gigante que, al fin, despertó y en ese despertar ha sido la mano de este chileno que tan bien razona cuanto expone la llave para el cambio. Tiempo hacía que el club no acertaba en una decisión como con el acierto del fichaje de Manuel Pellegrini, la piedra filosofal que ha logrado que el cobre se convierta en rutilante oro.