Cantó, alguacil

Abascal primero estuvo en un chiringuito y luego los demonizó. El actor ha hecho el camino contrario

Es el envés de Abascal. El jefe de Vox primero vivió tan ricamente de un chiringuito de Esperanza Aguirre antes de demonizarlos. Toni Cantó por el contrario, primero los denigró y ahora se ha colocado en uno. El populismo es capaz de hacer el ridículo con el mayor desenfado. Isabel Díaz Ayuso ha creado una Oficina del Español en su nuevo gobierno de Madrid. Entenderá desatendida la materia tres siglos después de la fundación de la Real Academia Española, y en el 30 cumpleaños del Instituto Cervantes, desplegado en 88 ciudades de 45 países. El quid de la cosa es que al frente de este chiringuito a la madrileña ha puesto a uno de los fichajes del PP en la diáspora de Ciudadanos, el actor Toni Cantó. El alguacil del español en Madrid ganará 75.000 euros al año, a lo que habrá que sumar personal, local, mobiliario, electricidad, teléfonos, vehículos y los gastos inherentes a la alta misión de la agencia: llegar donde no llegan ni la RAE ni el Cervantes, dos instituciones, por cierto, dirigidas por andaluces, el cordobés Muñoz Machado y el granadino García Montero.

Se puede morir de éxito. Ayuso recibió la semana pasada como un rayo vivificador el respaldo mayestático del gran timonel de la derecha española, José María Aznar. El expresidente sostuvo que "es probablemente la más relevante" dirigente del PP en este momento y para subrayar su prestigio internacional explicó que en la Hungría de Viktor Orbán hace pocas fechas le preguntaron mucho por ella.

Entre las 19 acepciones de cantar en el diccionario de la RAE, que seguramente Cantó domina con destreza, hay dos que le cuadran a tan pintoresca situación: llamar la atención y fallar ostensiblemente. Pero esta no es una cantada del actor, sino de la nueva esperanza blanca del PP. ¿Y si Ayuso lo ha hecho adrede contra Génova? Podría ser. De hecho, fue la dirección nacional de la que le pidió que pusiera a Cantó de segundo en su lista. Primero se resistió a meterlo en la candidatura y después lo colocó en quinto lugar, antes de que un Juzgado de lo Contencioso anulara su presencia por su tardío empadronamiento en Madrid. Hubo rumores de que en compensación podría nombrar consejero a este trashumante político, que ha pasado por UPyD y Cs antes de apuntarse al PP. Al final, esta canonjía lo que hace es ponerlo en el disparadero.

El asunto ha sido tomado a rechifla por norte, sur, este y oeste. Hay quien ha propuesto una Oficina del Chotis. Quizá cuadraría mejor un Instituto del Modo de Vida a la Madrileña. Todo puede ocurrir en las bancadas húngaras.

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