Tomás garcía Rodríguez

Doctor en Biología

Casa Vizcaíno en la plaza de los Carros

En el espacio de las tabernas, las relaciones se ajustan, el ingenio se afila, la sabiduría sedimenta...

En la collación de San Juan de la Palma se ubicaba la plaza de los Carros, denominada de Montesión a partir de los años sesenta del pasado siglo, próxima a la línea por donde discurría la cerca romana hasta el siglo X. Desde la antigua Hispalis, las tabernas han estado muy presentes en la ciudad; así, alrededor de cuatrocientas poblaban Sevilla a finales de la época decimonónica, fundadas muchas de ellas por onubenses de Manzanilla o Villalba del Alcor, a diferencia de la mayoría de tiendas-bares, regentadas por montañeses o castellanos. En la calle de la Feria, cuna de Juan Belmonte y sintiendo el latido de la capilla de Nuestra Señora del Rosario y Oración en el Huerto, se estableció en 1936 el manzanillero Juan Vizcaíno en un local dedicado a perfumería y telas desde los años veinte. El templo tabernario instaurado ha mantenido su primitiva esencia después de tres generaciones, ofreciendo a sus parroquianos cerveza, vinos, licores y un exquisito vermut elaborado en bodegas Raposo de Bollullos del Condado, adquirido por arrobas en garrafa y servido en barrica; todo ello, acompañado de altramuces, mejillones, mojama y otros salazones. Los portones de madera y cristal, los toneles, el serrín del suelo y las anotaciones con tiza en el añejo mostrador nos transportan a tiempos lejanos, y encajan en el entorno bullicioso y místico de un barrio con tres iglesias, cuatro cofradías de Semana Santa y tres hermandades de Gloria. En un compendio de poemas sufíes de origen andalusí, La Taberna de las Luces, se glosan las excelencias estimulantes de las bebidas espiritosas: "Bebiendo nuestro vino/ echose a andar el cojo. / El ciego, con tres copas,/ recuperó los ojos...".

La plaza de los Carros recibe su nombre de una antigua parada de carrillos de mano existente en este lugar; actualmente, este espacio acoge expectante al personal que husmea en el mercadillo de El Jueves, heredero de una feria implantada en la capital después de la conquista cristiana en el siglo XIII. En la plazoleta, podemos contemplar varios naranjos desvalidos y un almez, árbol rústico con flores conspicuas que repuebla últimamente las calles y avenidas hispalenses por su resistencia a enfermedades y sus escasos requerimientos, aunque desde el punto de vista urbanístico y paisajístico es intrascendente y poco agraciado; es decir, un conjunto arbóreo manifiestamente mejorable en extensión, calidad y belleza.

En el espacio de las eternas tabernas, las relaciones sociales se ajustan, el ingenio se afila, la sabiduría sedimenta... Manuel Machado, el Poeta de Sevilla, que contrajo nupcias en la iglesia de San Juan de la Palma, canta a su tierra andaluza: ¡"Vino, sentimiento, guitarra y poesía / hacen los cantares de la patria mía. / Cantares..."! Su hermano Antonio, nacido en el palacio de Dueñas y bautizado en el mismo templo, medita y esgrime: "...y pedantes al paño / que miran, callan y piensan que saben, / porque no beben / el vino de las tabernas...".

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