CHUFLA. Dícese de una variante de la burla. Del cachondeo. De una forma de tomarse algo a guasa. A mí, qué quieren que les diga, lo del tratamiento que le dan a Días de cine en esa tele pública con la que mantengo una intensa relación de amor/odio me parece todo eso y más. Una chufla. Un rechufla. Un tomarse a pitorreo lo que, para algunos, es importante. Y debe seguir siéndolo.

El primer Días de cine de la temporada, siempre importante, siempre relevante, editado y emitido desde el corazón de la Mostra de Venecia, está programado a las dos de la madrugada. Sé que mis palabras suenan a dejá vu, pero más siento yo seguir lamentándome de esta situación. Echo de menos voces con autoridad moral quejándose. ¿Dónde están las declaraciones de Angeles González-Sinde, desde lo alto de la Academia? ¿Y las de Mikel Olaciregui y Javier Angulo, directores en San Sebastián y en Valladolid? ¿Dónde plasman su perplejidad la gente de la profesión, los universitarios, los profesores? ¿Quién ve, a estas alturas, Días de cine? Los audímetros de mayo señalaron que 27.000. ¿Pero quién se cree esas cifras?

Y es que antes, de una a dos, nos anuncian unas educativas carreras de caballos! Claro, que por lo tienen los del Festival de San Javier. El consistorio del municipio murciano comunicó que los once conciertos de su Festival veraniego serán emitidos por La 2 entre la una y las dos de la madrugada. Falacia sobre falacia. ¿Por qué el consistorio dice eso cuando, el jueves sin ir más lejos, el concierto de turno llegará hasta nosotros pasadas las tres, y quien quiera escuchar los bises tendrá que esperar hasta después de las cuatro y media? ¿Creen los del servicio de comunicación del consistorio o quienes les suministran los datos que todavía no hemos descubierto el reloj?

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