El análisis de las estadísticas es un clásico de la prensa. Aunque las nuevas tecnologías, el diseño web y la cantidad de información que puede presentarse de forma digerible han dado lugar a un nuevo género, el periodismo de datos, con sus especialistas. No hay que bucear mucho para hallar noticias sobre la renta declarada en el IRPF por municipio. Mes a mes, salen datos del paro y, con otra periodicidad, los de nivel de formación, abandono escolar, mortalidad, nacimientos...

Cuando desde las administraciones se difunden, no se cuestiona si estigmatizan en plan barrio rico, barrio pobre; ciudad de parados o de bares, pueblos que se vacían porque sólo hay viejos. Porque más allá de conclusiones simplistas, que tienen resortes propios, reflejan una realidad y deben servir para articular medidas de equidad y oportunidad y corregir problemas, y son esenciales para conocer un territorio y su devenir.

Viene a cuenta de la decisión de la Junta -el Gobierno central ni obliga ni lo prohíbe- de no dar datos sobre los casos positivos de Covid-19 por municipio porque pueden "estigmatizar" y "crear tensiones en determinadas poblaciones", según dijo el presidente. Días después, la Junta remitió una circular a los ayuntamientos que los están pidiendo -la Administración local es clave en la contención del virus, en la información y asistencia a la población- en la que se aludía a informes de la Agencia de Protección de Datos, entre otros, con una frase destacada: "No se puede ceder información de los vecinos residentes en el municipio a quienes se les haya detectado Covid-19" a una autoridad no sanitaria.

Pero nadie pide que se "ceda información", sino totales de casos confirmados o sospechosos en aislamiento -porque el test sigue siendo un bien escaso-, anónimos y menos personales que los que emitimos con el móvil y se utilizan incluso en las estadísticas oficiales, sin demasiado cuestionamiento.

A diferencia de Andalucía, están aportando esos datos de coronavirus por municipios siete comunidades autónomas: País Vasco, Cataluña, Cantabria, Canarias, Murcia y Asturias y Madrid, ésta hasta por distritos. Que los ayuntamientos los conozcan, con una entendible demora, no es morbo porque hay una pandemia y un estado de alarma declarados, que obligan a la población a permanecer en casa, con colegios cerrados y miles de personas perdiendo empleos.

El dato por municipio, que están intentando recopilar algunos alcaldes con un compromiso de transparencia, es un argumento más para concienciar de que en esta guerra nadie está a salvo, pese a que el enemigo sea difuso. Si hay quien lo usa mal en redes sociales en las que el bulo campa, se debe perseguir. Pero no se puede tratar como sociedades inmaduras a vecinos de pequeños o grandes municipios, como Dos Hermanas o Alcalá, o como si no fueran capaces de asumir una cifra que les atañe, como tantas otras cosas de la enfermedad que está cambiando el mundo.