Tomás garcía rodríguez

Doctor en Biología

La Cruz del Juramento

Miguel de Zumárraga ordenaría en 1609 la erección de la conocida como Cruz del Juramento

Un núcleo de intensa actividad mercantil se mantiene tras la conquista cristiana en las inmediaciones de la Puerta del Perdón de la antigua mezquita mayor de Ishbiliya, legado del zoco andalusí que ocupaba antaño estos lugares. Dicha tradición pervive tras el descubrimiento de América y la asignación del monopolio comercial con las Indias a Sevilla, convirtiéndose ésta en puerto y puerta de Europa hacia el Nuevo Mundo. Desde sus comienzos, los negocios indianos -realizados muchos de ellos por judeoconversos- se llevarían a cabo bajo el arrullo del sol o las estrellas en las gradas de la catedral. Las transacciones se registraban en la Real Casa de Contratación ubicada en las Atarazanas y después en el Alcázar; y también eran reguladas por el Consulado de Mercaderes, una organización gremial que se establece en 1598 en la planta baja de la Casa Lonja levantada en el solar resultante del derribo de las Herrerías Reales, la Fábrica de Moneda y el Hospital de las Tablas.

"Pretendiose en esto apartar de la Santa Iglesia, y del ámbito de sus gradas y tránsitos de sus puertas, los tratos y negocios que allí se hacían, y no había bastado impedirlo toda la autoridad eclesiástica" (Anales, Diego Ortiz de Zúñiga).

En las trazas de esta lonja tardo-renacentista -futuro Archivo General de Indias- intervienen los arquitectos Francisco de Mora y Juan de Herrera, dirigiendo y completando las obras de la primera planta los maestros mayores Juan de Ochoa y Juan de Minjares, auxiliados por Alonso de Vandelvira y otros aparejadores. El edificio sigue un modelo cortesano de templo clásico que puede considerarse el germen de la arquitectura barroca hispalense, con su bicromía de ladrillo rojo y piedra caliza martelilla amarillenta procedente de diversas canteras del sur peninsular. El maestro mayor Miguel de Zumárraga ordenaría en 1609 la erección en su esquina noroeste de la conocida como Cruz del Juramento, la cual sería trasladada en época posterior al acerado -delante de la puerta central de la fachada norte- para facilitar la circulación, donde puede verse en la actualidad. Constituye una hermosa cruz monumental de jaspe rosa sobre un espléndido pedestal pétreo en forma de urna rematada por una cúpula de paños, flanqueada por columnas y volutas; el conjunto sobre plataforma queda rodeado por una verja de hierro forjado. A su amparo, según cuenta la tradición, sellaban sus tratos los comerciantes de Indias con un apretón de manos para ratificar lo acordado previamente.

Hasta tiempos recientes, este tipo de ceremonial para rubricar un contrato lo convertía en inviolable y, si alguien osaba vulnerarlo, sentía el desprecio y el aislamiento de su entorno social. ¡Hoy en día, casi nada es sagrado, y aun menos un apretón de manos!

"Procura con diligencia no olvidarte del Señor, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. Temerás al Señor tu Dios, y a él solo servirás; y cuando hayas de jurar, lo has de hacer por su nombre" (Deuteronomio, 6:13).

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