Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Ensayo sobre la candidez

Mientras unos lanzaban vítores y soflamas en una plaza de toros, Sánchez estaba bajo el volcán

Una vez, vale. Dos veces, bueno. Pero a la tercera las compensaciones honorables que uno recibe de la candidez y la inocencia traspasan la frontera de la tomadura de pelo. Es muy gratificante ver al presidente del Gobierno visitando por tercera vez la isla de la Palma para anunciar un paquete de nuevas medidas para los damnificados por la erupción del volcán Cumbre Vieja. Los perjudicados agradecen la consideración de tan ilustre visitante. El más importante de sus compatriotas, por los designios del sufragio universal.

La mosca empieza a picotear detrás de la oreja cuando uno repara en que esa presencia coincide con la última jornada de la convención Nacional del Partido Popular. La candidez me dice que es pura coincidencia y que es obligación del gobernante estar con los gobernados que más padecen. La lectura subliminal de esa coincidencia, lo que se lee en los subtítulos de esta película de arte y ensayo sobre populismo es que mientras unos lanzan vítores y soflamas triunfalistas en una plaza de toros, la misma plaza de Valencia en la que Santiago Carrillo de incógnito con su peluca reconoció a Sara Montiel a la que había conocido en la Rumanía de Ceausescu, el presidente del Gobierno se había puesto el traje de faena para abrazar a los perjudicados por la furia del volcán y escuchar sus demandas. No hay color. El efecto en el espectador está asegurado.

Si fuera la primera vez… El día que toda España se vistió de naranja para llenar las calles, pese a las limitaciones de la pandemia, de manifestantes contra la ley Celáa, Pedro Sánchez convocó a la prensa para una comparecencia sin preguntas en la que hizo un anuncio genérico de que las primeras vacunaciones estaban a punto de iniciarse. ¿Quién puede discutir la relevancia de este asunto, quién no puede aplaudir, aunque sea sin preguntas, la sensibilidad de nuestro presidente aun a costa de pinchar mediáticamente esta enmienda a la totalidad de padres y niños con globos y pancartas? Y la semana de los indultos, para ponerle sordina al dislate jurídico, anunció que como consecuencia de los avances en la lucha contra el virus ya no sería necesario el uso de la mascarilla en espacios abiertos. ¿Casualidad?

El presidente del Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer. Pero el fantasma de Iván Redondo y su forma de hacer política al estilo vudú sigue estando dentro de él. Preside un Consejo de Ministros en el Palacio de la Moncloa y otro en los telediarios. Los gobernantes tienen que acudir a las zonas catastróficas. Sea la erupción de un volcán en La Palma o la riada del Tamarguillo en Sevilla. Un desmán de la naturaleza que dejó en 1961 a miles de personas sin hogar, que encontraron en Gregorio Cabeza a un ángel de la guarda con el apoyo de un ministro sin cartera, Pedro Gual Villalbí, al que se le reconoció su ímprobo trabajo borrando su nombre del callejero por la ley de Memoria Histórica.

Al menos a Sánchez ya se le ha quitado el moreno Agromán que lucía en la isla de Lanzarote, desde donde coordinó la evacuación de los españoles que salieron a toda pastilla del infierno de Afganistán.

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