Sueños esféricos

Juan Antonio Solís

jasolis@diariodesevilla.es

Escenas sin claqueta

Para qué rodar filmes de fútbol dignos, si el genio dramático surge en cualquier partido

VIENDO en casa la ceremonia de los Goya, este año algo menos tediosa que de costumbre, reparé en que el cine y el fútbol mezclan peor que el vino con las alcachofas. Recuerdo que hace ya años fui al añorado cine Alameda a ver una comedia inglesa titulada Quiero ser como Beckham en mi desesperado intento de ver algo digno al respecto. Vano intento. La mítica Evasión o victoria permanece como una idealizada excepción, más por el contexto y por el glamour de los protagonistas que por los quilates del film en sí.

Deportes en su día de masas y hoy minoritarios, como el boxeo, han gozado década a década de obras maestras del séptimo arte: Toro salvaje y Million Dolar Baby por encima del resto quizás, pero con Rocky, The Boxer o El ídolo de barro en un segundo escalón. Quizás porque el boxeo brote de nuestros instintos más primarios y consista en “el arte de quitarse el hambre a golpes”, como decía mi muy admirado Manuel Alcántara, todos nos quedamos subyugados con una buena escena que nos haga meternos en el ring.

También el ajedrez –En busca de Bobby Fischer–, el fútbol americano –Un domingo cualquiera–, la fórmula 1 –Rush, Grand Prix–, el atletismo –Carros de fuego–, el rugby –Invictus– o incluso el hochey sobre hielo – El castañazo con Paul Newman, más entretenida que buena– han dado ejemplos que cualquier aficionado medio al cine recuerda con agrado. Pero el fútbol, por su dimensión e implantación social, debería tener más sólidos exponentes, dispuestos a ser pinchados en las plataformas.

Lo mejor es rendirse y convencerse de que las grandes interpretaciones las brindan, directamente, los futbolistas. Raro es el encuentro en el que uno no se asombra de las artes dramáticas del que yace en el suelo. Ni Robert de Niro con los ojos como Mortadelo. El VAR fomenta el engaño y en cualquier chispazo se monta una escena sin claqueta. Estamos a nada de que los grandes clubes contraten a formadores del Actors Studio.

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