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Bulerías

Antonio R. Naranjo

Periodista. Portavoz del oyente en Herrera en Cope

Golpismo bueno

Los independentistas podrán ser muy brutos y carecer de escrúpulos, pero nunca mienten

La única razón que podría esgrimirse para indultar a Junqueras y compañía es que, con semejante acto de generosidad nacional, se consolidara de verdad un proyecto constitucional compartido que siga regulando la convivencia entre distintos.

¿Pero alguien, incluyendo al prestidigitador Sánchez y su inabarcable banda de trompetistas mediáticos, puede asegurar sin ruborizarse que eso es lo que va a pasar en España? ¿Alguien está dispuesto a sostener, sin bajar la mirada, que Puigdemont, Junqueras, Aragonès y toda la fauna de infrahéroes separatistas está más dispuesta hoy que ayer a renunciar a imponer un proyecto genuinamente totalitario?

Ni las grupis más entregadas de Sánchez, esas que corretean por la banda de platós, estudios de radio, artículos digitales y celulosas impresas con pompones sanchistas chillando como posesas "Dame la P" hasta completar su palabra mágica "Pedro"; se atreverían a mantener ante una audiencia que no sea la tribu propia que hoy el separatismo se siente menos legitimado para llevar a puerto su siniestro barco.

No hace falta fabular al respecto: basta con escuchar cada declaración, cada decisión, cada anuncio y cada medida proclamada por cada uno de los líderes, partidos y entidades concernidas por el proyecto más xenófobo y troglodita que resucita el fantasma nacionalista en Europa.

Podrán ser muy brutos, estar muy poseídos y carecer de escrúpulos, pero nunca mienten: han dicho, por activa y por pasiva, que lejos de renunciar a sus objetivos; interpretan los indultos como una prueba definitiva de la culpabilidad represora de España y una invitación directa a imponerse por lo civil o por lo militar.

El único matiz derivado de los indultos hace aún más abyecta la actitud de Pedro Sánchez: esperarán a ver si cumple con su cometido asistencial para que, en lugar de forzar la "vía unilateral", sea suficiente con la "vía pactada".

Más que una tregua, asistimos en directo al anuncio de un plazo acotado en el tiempo como el que los secuestradores conceden a las víctimas para abonar el rescate.

Y si Sánchez no puede pagarlo, llegará de nuevo la misma insurgencia que siempre ha empeorado tras los ejercicios de "concordia" que España ha hecho desde la Primera República: unas veces por ingenuidad; otras como la actual con premeditación traidora.

Cuando llegue ese momento, el mundo entero no verá a unos fascistas descamisados imponiendo el apartheid en Cataluña; sino a la reencarnación de Nelson Mandela guiando a un pueblo oprimido.

Y a ver quién para a un mito de la democracia bautizado así por los mismos que han optado por insultar a España e indultar a los golpistas para ganarse unos meses en Moncloa o, si sale bien, dos décadas de republiquetas con sendas sedes en Madrid y Barcelona.

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