Historias de golpes

El Gobierno llama golpista a un político demócrata como Aznar y le pone la alfombra roja a un golpista como Puigdemont

Isabel Rodríguez, ministra de España.
Isabel Rodríguez, ministra de España. / EFE

14 de septiembre 2023 - 00:01

LA rentrée otoñal viene marcada por varios golpes de estado pasados, presentes y futuros; reales e imaginados; desde las conmemoraciones históricas de los putschs de Miguel Primo de Rivera y Augusto Pinochet, hasta la reaparición del golpista español por excelencia, Carles Puigdemont, pasando por las palabras hiperventiladas de la ministra Isabel Rodríguez contra José María Aznar, al que acusa de golpista. Cada vez que una portavoz del Gobierno confunde la libre opinión con la llamada a la rebelión muere un gatito.

Los fastos históricos que el prematuramente desgastado presidente chileno Gabriel Boric (otro bluf más de la política americana) había montado a mayor gloria de Salvador Allende se han estropeado debido a la oposición de la derecha de ese país a aceptar el relato ventajista de la izquierda. No se trataba tanto reivindicar a Pinochet (algo difícil de hacer) como de no tragarse ese cuento para niños de un Allende demócrata y puro. La derecha chilena tiene sus propios recursos intelectuales y culturales y no se deja embaucar por “memorias históricas” que no son más que relecturas tramposas e interesadas del pasado. De eso en España sabemos mucho. Menos el PP, que parece no haberse enterado de nada.

Sin embargo, por ahora, la conmemoración del centenario del golpe del general Miguel Primo de Rivera (al que algunos periodistas poco formados siguen confundiendo con su hijo José Antonio, el fundador de Falange) está transcurriendo sin demasiado ruido mediático y político, lo cual es de agradecer. Aquel golpe limpio y de despacho, que contó con la inicial aprobación de las fuerzas vivas del país (incluso con la de los socialistas), no ocupa mal lugar en nuestra memoria colectiva, que lo recuerda más como un acto final de la Restauración, con aquellos hombres de bigotones y canotiers aplaudiendo al cirujano de hierro profetizado por Costa, que como un prólogo de la Guerra Civil.

Mientras hablábamos con mayor o menor pasión de estas cosas del pasado, nos sorprendió la ministra socialista Isabel Rodríguez al acusar de “golpista” a José María Aznar por animar a la movilización general del país para impedir que un golpista con papeles como Puigdemont siga siendo el invitado de honor de la política española. Es decir, nuestro Gobierno llama golpista a un ex presidente de impecable hoja de servicios democráticos y le pone la alfombra roja al que intentó volar la democracia española hace apenas unos años. Más que golpe, esto es una golpiza.

stats