¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Que te vote Las Casas

¿Qué significará eso de superar el “marco colonial” de los museos nacionales? ¿Es que aún siguen ocupados por los moros? El Camino Español

Urtasun.

Urtasun. / DS

AL ministro de Cultura, Ernest Urtasun, le debemos su sinceridad. No es poca cosa. Nunca antes alguien había dejado tan claro que eso que llamamos cultura solo le interesa como arma cargada de su futuro. Él, sin embargo, lo dijo muy claro. El arte debe ser un ladrillo más del muro con el que Sánchez ha dividido la patria, que para él es el Estado. Nada nuevo. Puro Gramsci.

El único problema es que a Urtasun, muchas veces, no se le entiende lo que dice. Es lo que tiene esa jerigonza sacada de las facultades de ciencias sociales. ¿Qué significará eso de superar “el marco colonial” de los museos españoles? ¿Es que aún siguen ocupados por los moros?

Ya sabemos que la nueva izquierda –eufemismo de extrema izquierda– tiene predilección por el “relato histórico”. El pasado, más que ser una nebulosa a la que solo podemos acercarnos de una manera indirecta y precaria, es el granito donde grabar sus mandamientos. Lo hemos visto en la mal llamada Memoria Democrática. Antes de levantar el muro entre los vivos, se preocuparon de construirlo entre los muertos. El binomio Zapatero-Sánchez ha basado su presunta “superioridad moral” en el manoseo y falseamiento de la historia, que ha dejado de ser una ciencia venerable para convertirse en un panfleto o, lo que es mucho peor, en un número del BOE. Ahora, tras envenenar la política nacional con la pólvora de nuestros antepasados, Urtasun da un paso más en las ambiciones de la memoria progrecrática y se fija en la Hispanidad, comprando los más rancios flatos de la Leyenda Negra. No deja de ser curioso que la extrema izquierda española –que tanto debe a esa rica y compleja realidad histórica que es la Hispanidad y que ha basado gran parte de su épica e imaginario en sus guerrillas y en sus dictaduras, desde Castro hasta Hugo Chávez– pretenda ahora convencernos de que aquello fue una equivocación, un entuerto que hay que desfacer ahora, más de cinco siglos después de su fundación, a golpe de discurso museográfico.

Por ahora todo se queda en la intención de descolonizar los museos (nacionales, por supuesto, porque a ver quién toca un pelo a los de las autonomías), algo que aún no sabemos muy bien qué significa. Pero póngase en lo peor y acertará. Quién sabe, quizás en breve nos veremos formando parte de un piquete en la puerta del Archivo de Indias. El lema será claro: que te vote Las Casas. Ese mentiroso.

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