Juan Antonio Solís

jasolis@diariodesevilla.es

La Liga empieza a no ser apta para menores

Se empeñan en acabar con los insultos y mucho más indecorosa es la injusticia diaria del VAR

EN las series de las plataformas televisivas tipo Narcos advierten antes de cada capítulo de la violencia en secuencias y en el verbo: entre “chingaderas”, “putos”, “malparidos” y “gonorreas”, los guionistas lo tienen fácil para combinar palabras y tejer los diálogos.

En el fútbol, la violencia verbal también ha sido siempre parte del decorado. La banda sonora de los estadios muchas veces no es apta para menores. Pero el mismo padre que, con toda la sensatez del mundo prohíbe a su hijo de ocho años ver Narcos en su casa, se lo lleva un día al fútbol y está dispuesto a pagar el peaje de que el pequeño oiga cosas que, tampoco nos engañemos, se oyen en cualquier vulgar discusión de tráfico. Abundan los casos de gente con maneras de yerno ideal en el día a día que se sentiría avergonzado si las cámaras de El día después se dedicaran a captar y difundir sus exabruptos y sus patibuliarias formas de hincha.

Y los jerifaltes de la cosa balompédica, que amenazan con cerrar estadios –preferentemente sevillanos– porque un informante ponga “puta Sevilla” o “puta Betis” en la libreta, están empeñados en que gradas de los estadios se conviertan en plateas de ópera.

Ya algunos templos del fútbol, como el Camp Nou, viran más a museos o parques de atracciones, tal es la creciente presencia de turistas que sólo sueltan un “¡ooooh!” de asombro con sus móviles en la mano. Y tal vez eso le dé igual a Tebas si con ello se proyecta la dimensión internacional de LaLiga y se vende a buen precio el siguiente contrato televisivo.

Al hilo de esto: más que los exabruptos de la grada, me parecen menos aptos para menores la sucesión de escándalos arbitrales, de atracos sin pistola. Es más fácil tragarse un lavabo que la ecuanimidad del VAR. Los niños descubren que la justicia no existe en el fútbol, como también ocurre en esas series de narcotraficantes colombianos que necesitan subtítulos para cualquiera... salvo Piqué.

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