con pantalones

MABEL CARRIÓN

Linda Hunt, Mel Gibson, Sigourney weaver...

Olo que es lo mismo: El año que vivimos peligrosamente, una película con suerte. Suerte porque fue un éxito de taquilla además de conquistar unas muy buenas críticas, suerte porque logró un premio Oscar a la mejor actriz secundaria, Linda Hunt, mudada en el enigmático periodista gráfico Billy Kwan; suerte porque a pesar de su guión fallido y sus interpretaciones poco convincentes (Linda Hunt y Mel Gibson) pasó por ser, en su momento, la película que sirvió para confirmar en Hollywood a su director, el australiano Peter Weir.

Yo misma, la recordaba con mucho cariño y volver a verla esta semana, andados unos años desde la última vez, me parecía un plan de lo más sabroso. Pero vaya desilusión. El tiempo la ha transformado en un pastelón del que se salva una de las mejores secuencias románticas que haya visto. Contenida pero magnífica... y liderada por la Weaver, claro. En la película, Mel Gibson muy guapo él, no consigue conmover. Linda Hunt, tampoco. Sí lo logra Sigourney. Qué buena actriz es y qué buena presencia resulta en la pantalla.

La transformación física de Hunt en hombre, en el periodista, es realmente sorprendente pero su interpretación no merece ese Oscar ni de lejos. Son más emocionantes sus palabras recogiendo el premio, que la interpretación que lo hizo posible. Dice que el Oscar es "Air dari bulan" una expresión en indonesio que alude a algo difícil de conseguir "Agua de la luna", sería su traducción... ¡Y tanto!

La lealtad, el compromiso, la rebeldía, el abuso de poder, la ambición, la traición del gobernante hacia su pueblo es lo que se baraja en esta película dirigida por Peter Weir. Una sociedad que se consume de pobreza sin importar a los principales dirigentes del país ni a los países occidentales. No parecen temas ajenos, sin embargo. Incluso hoy, solucionar alguno de ellos sí que sería "Agua de la luna"

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