La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Noventa años de un fin de raza

Nonagenaria y bellísima, sumida en su limbo particular, así llega Carmen Sevilla a este otoño de confinamientos tan caprichosos como dramáticos. Amanece un día grande, o que debería ser tan grande como lo fue siempre, y se me ocurre una pincelada en el cumpleaños de una de las folclóricas que comandaba Lola Flores y que tenía en la nieta de Don Cecilio de Triana y en la trianera Paquita Rico su guardia de corps. La otra noche confesaba Concha Velasco que no tenía por qué avergonzarse de haber cantado para Franco en La Granja porque no estar en aquellos saraos era entonces como no ser nadie. Carmen Sevilla, que rompió en disparatada presentadora del Telecupón, fue artista muy principal que igual alardeaba de tener el corazón contento que bailaba a las órdenes de Vittorio de Sica una tarantella en la Plaza de España, polémica foto de Serafín incluida.

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