HABLA la Mitra y deja diversos mensajes a las hermandades. Con coherente memoria, reitera su preferencia por las candidaturas únicas que evitan a su juicio las fracturas que producen en las hermandades las contiendas electorales, aunque bendice a continuación el combate electoral que se avecina en el Consejo. "No se corre el riesgo de mellar la comunión entre las hermandades", afirma. No sé, no sé si después de esa contienda habrá concordia.

Pero llama sobre todo nuestra atención el anuncio de nuevas normas, por fin, para la pascua. Ojo avizor. Será la tercera regulación cofradiera que emana de la potestad legislativa del obispo de la diócesis desde la promulgación del Código actualmente vigente. Son dieciocho años los que tienen las anteriores. Recordamos todavía los mayores su solemne entrega a Antonio Ríos, presidente del Consejo, por el entonces aún no cardenal fray Carlos ante Santa María de la Sede. Sustituían estas normas a unas precipitadas del 85, con las que se había pretendido trasladar a las cofradías sevillanas la regulación de la novedosa Ley Universal recién aprobada por el papa santo. Las primeras no eran malas pero sí incompletas. Las actualmente vigentes son un texto más sistemático, que introdujo, sin embargo, novedades conflictivas atemperadas luego de un modo quizá algo heterodoxo por decisión arzobispal a raíz de la intervención de algún eminente cofrade.

El Derecho regula la vida pero también la ordena y le abre camino. No cabe duda de que las diversas normas diocesanas han contribuido a cambiar la fisonomía de las hermandades. Y esa es ahora la principal preocupación. ¿Para qué otras normas? Afirma el arzobispo que tratan de cubrir las lagunas de las anteriores. ¿Se ceñirán a ese fin técnico o entrarán en terrenos que debieran quedar a la legítima libertad de cada corporación? Porque en unos años las hermandades serán también lo que digan estas normas.